domingo, 4 de diciembre de 2011

El miedo, ese gran desconocido

Dentro de las mil calamidades que el ser humano puede sufrir en su vida cotidiana, una de las más frecuentes es el miedo.

El hecho de sentir miedo es una clara señal, no sólo de que estamos vivos, sino de que estamos cuerdos.
Un ser humano que desconociera el miedo, posiblemente habría muerto, o sería una lacra o un desperdicio social; algo casi inhumano.

El miedo dicta nuestros actos varias veces al día, más de las que pensamos.
La consecución genética que proviene de la huida o la defensa en situaciones límite que nos viene a ser otorgada por el mismísimo cerebro reptiliano, es en consecuencia, la segunda arma de destrucción masiva más poderosa después de la potencia del átomo.

Hemos basado nuestra vida actual en las creencias sociales inexplicadas de los tiempos de nuestra niñez. Tenemos que complacer a un cúmulo social que nos rodea y buscar siempre o casi siempre su agrado. Destacar sólo en lo que se está seguro (quien se lo puede permitir por su personalidad), ser el más guapo o envidiar al que lo es más que nosotros, ser avaros, ser autónomos... mie
do, miedo es lo que veo en toda la causa de la repercusión fundada o no lógicamente.


¿Qué sucedería si realmente el determinismo fuera cierto? ¿Se lo imaginan?: que la frase que cita eso de; "Que sea lo que tenga que ser" fuese el eslogan de nuestra vida. No como una prueba inequívoca de conformismo, sino como un claro hecho de que, sea lo fuere, el fin previamente determiando fuese el que siempre sucediera. No habría por tanto, necesidad de combatir, de luchar, no habría opción para la duda, no habría explicación para cualquier argumento competitivo. Eres lo que estás predestinado a ser.
Esa ilusión fantástica, soviética y religiosa sobre la predestinación del ser humano es bastante convincente, y es convincente porque da seguridad, de ahí que haya cuajado tan bie
n en nuestra historia.


El miedo al fracaso, el miedo a la soledad, el miedo al rechazo (y de nuevo referirnos al fracaso), el miedo a la soledad, el miedo a la enfermedad y el miedo al cambio drást
ico en la manera de vivir son sólo 5 ejemplos claros en los que, generalizado y partiendo de que todos estamos influenciados por ellos, nos afectan diariamente a todos.

Qué pasaría si de la noche a la mañana surgiera un ser, un monstruo más bien, al que no le importara el qué dirán, al que no le importara el hecho de estar solo, de ser pobre, de ser un incomprendido, de cambiar su vida o de estar enfermo... ¿Qué pasaría?. Posiblemente el miedo y la duda se haría latente en quienes le rodeasen, en quienes le considerasen como algo distinto....
No tener miedo ¿Hay algo más magnífico en la vida? ¿Hay algo más heroico y más puro?.

Nos han educado para sentir miedo, no solo al Coco, que ya de por sí es un factor sociabilizador que nos empuja a obedecer a nuestros padres, sino a prácticamente a una serie de factores que (en teoría) son enemigos del éxito y del bienestar. Han alimentado a esa parte arcaica del cerebro que todos tenemos, que nos hace temer a la oscuridad, a las serpientes y a los grandes felinos. Esa parte ha sido nutrida con sociales intereses extraños que ni yo mismo me aventuro a explicar. Y ahora, como siempre ha sido, nos pasa factura como seres finitos que somos.

¿Quieren un consejo? No teman. No vivan por ganar dinero un trabajo de mierda que no les gusta, no adulen a esos vecinos y conocidos, no silben ni piropeen de modo alguno a "las guapas", no vistan elegantes para obtener distinción, no hagan aquello con lo que no están de acuerdo, no sean conformistas si no están realmente cansados de luchar, y sobretodo, no olviden nunca, no pierdan de vista la posibilidad real y racional de que, un día, tanto usted como yo moriremos, partiendo s
in nada de este absurdo, glorioso y fétido mundo que en el presente tantos quebraderos de cabeza nos causa.