domingo, 18 de agosto de 2013

La nueva sangre del Nilo

Egipto vive uno de sus peores momentos desde su independencia en 1936. Las consecutivas situaciones de violencia vividas en las siguientes dictaduras demuestran que la historia de Egipto sigue escribiéndose en sangre milenios después de la famosa época de los faraones.
En estos tres últimos años el pueblo egipcio y los acontecimientos surgidos en el norte de África han hecho tambalear su administración estatal hasta el punto de llevar al país al borde de la guerra civil.
Tras la apertura oficial a cierto sistema democrático similar al europeo, brindada por los militares, se producen unas elecciones que colocan a Mursi en el poder. Este gobierno legítimo, avalado por gran parte de la población egipcia, pone al frente del estado a los Hermanos Musulmanes (الإخوان المسلمون ) cuyas discrepancias con el destronado Mubarak no eran bien recibidas en los tiempos de su mandato.

La "Primavera Árabe" contagia a Egipto y tras la caída de Hosni Mubarak los egipcios se dividen en un mosaico de ideales tan complejos como variados. No obstante los Hermanos Musulmanes mantienen sus lineas ideológicas y es esa antigüedad, su discurso y arraigo en la sociedad lo que les garantizará la victoria posteriormente. A fin de cuentas este "partido" lleva presente en la sociedad egipcia desde antes de su real independencia, concretamente desde 1928.

Tras el descontrol surgido en el ascenso al poder de los Hermanos Musulmanes, el ejercito optó por tomar las riendas del país. La cúpula militar (fielmente ligada a los ideales de Mubarak) decidió que Egipto no se beneficiaría del estricto camino de la Sunna y decidió actuar.
Surge entonces el conflicto entre quienes ganaron unas elecciones y quienes con el tiempo perderían la posibilidad de ostentar el poder. Mursi no podía hacer frente al descontento nacional y los militares, para algunas cosas, también decidieron entonces ser parte del intranquilo pueblo egipcio. Era cuestión de tiempo que volvieran a coger el toro por los cuernos, sacrificando así un gobierno legítimo en pos de una ficción democrática. Rodeada, claro está, de violencia y opresión armada.

A día de hoy el pueblo egipcio sale a la calle para recordarle a todo el mundo que la democracia debe ser defendida a toda costa, aunque a algunos les incomode.
El Nilo vuelve a teñirse de rojo con la sangre de sus hijos. Una sangre que clama y clamará justicia de los hijos, padres y hermanos de todo Egipto.




*Foto: Un hombre es tiroteado mientras levantaba las manos en el transcurso de una manifestación. (16-8-2013)