jueves, 27 de octubre de 2011

Conocimiento bajo la lluvia

Casi acabo de llegar de la Universidad, en estado casi de shok, recién comido y con el alimento sin poderlo digerir a causa, seguramente, de la reacción corporal provocada por alguna variante del síndrome de Stendhal, que ahora mismo estoy padeciendo.

Me reuní con una profesora cuyo criterio desconocía hasta hoy, prácticamente por la ausencia de la oportunidad de conocerla hasta hoy. Carpetas y cajas de cartón situadas en los recovecos de sus muebles esperaban ser desempaquetadas por ella. Desorden causado, no por una personalidad caótica y desordenada, no. Sino a causa del injusto sistema que se empeña en deslocalizarnos a todos para que tengamos algo que hacer. Y porque así "estamos mejor puestos" y "somos más accesibles" según las consignas de organización interna universitaria.

Simplemente Impresionante. Tanta lucha, experiencia y conocimientos condensados en tan poca "chicha", en tanta finitud, en tan sencilla mujer.
Comparte como yo la preocupación por los desastrosos cambios en la sociedad juvenil, por los cambios de mentalidad en los que el día de mañana tomaremos las riendas de este mundo. Teme lo mismo que yo temo en lo que compete a los acontecimientos no solo nacionales, sino mundiales.
Y aunque siempre queda el regocijo del saber, somos conscientes ambos de que eso no basta para salvar a esta juventud de un estrepitoso fracaso moral y formativo.

Comprometida desde hace años en su lucha contra la injusticia y la pobreza. Independiente, sin necesidades económicas o partidistas, una verdadera revolucionaria por convicción, por afán y sentimiento.
De esta primera experiencia sólo he podido percibir, en materia concerniente a la docencia, el hecho de que es una profesora que vale mucho la pena, pero no por su metodología o facilidades a la hora de estudiar (que también están si se trabaja para que estén) sino por su vocación. No basta con cumplir, con ir a clase y enseñar una materia que cuesta enseñar a causa de la no correspondencia de un título con un deber docente, no basta. Ella va más allá, siempre apostando por la educación y la enseñanza a unas cabezas que, año a año, van perdiendo calidad para la docencia e interés ontológico por todo.

Una mujer que tanto ha escrito y retratado sobre otras mujeres; reivindicado su lucha silenciosamente y a golpe de actos. Nos ha traído a las puertas de la ciudad un regalo que hoy se está ignorando, desgraciadamente: El punto de vista, la experiencia y la visión de unas mujeres que viven, penan y conviven al otro lado del estrecho (o en la otra cara del mundo).
¿Podríamos seguir pensando todas esas ideas que ahora pensamos después de leer esos libros? ¿Después de apreciar los testimonios que ahora mismo estamos ignorando y que ella nos ha traducido? No. Definitivamente no.

Llovía fuera del edificio de despachos mientras la docta profesora y yo hablábamos de mil temas, a cada cual más interesante, cuando caí en la cuenta de que hacía años que no me topaba con alguien así. Alguien con esas ideas y con ese espíritu que, por desgracia, yo mismo sentía dolorosamente que no tuviese la misma fuerza, edad e ímpetu del que yo dispongo.

Doctorada en Madrid en estudios árabes, con decenas y decenas de publicaciones, viajes y experiencias curtidas con el esfuerzo y la determinación del espíritu de hace 4 o 5 décadas. El mísmo espíritu que hoy por desgracia brilla por su ausencia en este país.

Realmente hacía años que no encontraba un cofre tan colmado de oro como este. Y que en ese aspecto me siento tentado al conocerme como me conozco, como un hombre muy avaricioso en esas materias...

jueves, 20 de octubre de 2011

La caída de M. Qadafi y la farsa del apoyo al conflicto

* (Aconsejaría al lector que le echase un ojo a una entrada anterior en este mismo blog) http://meinmuro.blogspot.com/2011/08/libios-libios-everywhere.html

Muammar Qadafi muere asesinado el día 20 de octubre de 2011 a manos de los libertadores de la primavera árabe. Es capturado y ajusticiado, como no podía ser de otra manera al grito de ¡Alá Akbar! (tan común entre las insurrecciones puplares de los países de Oriente Medio que están en guerra).

http://www.youtube.com/watch?v=75YhFScM5sU&feature=related&skipcontrinter=1

Personalmente dudo mucho que los libios entregasen a la ONU al señor Qadafi con vida para ser juzgado por las potencias al estilo Sadam Housein. El pueblo ha hablado, ha hecho justicia de una manera que los occidentales (que vestimos camisas limpias y trabajamos en una oficina de 9 a 14h) no estamos acostumbrados; Disparado después de darle doscientos mil golpes en memoria de los asesinados. La naturaleza humana no se puede cambiar, y si Qadafi hubiese ganado la guerra el dolor y la muerte en Libia se habría multiplicado por diez...

Queda vacante el trono de Libia. Una muchedumbre armada es ahora el poder del país, ¿sería sensato intentar democratizarlos? ¿quiere este pueblo ser democratizado? ¿O prefiere la Sharia como Carta Magna? No es tan fácil como dice la ONU y Anfena3.

Nos demuestra la historia que cuando un tirano cae, si no se controla la situación, lo sucederá una cuadrilla de 100 tiranos, organizados y más sanguinarios que el anterior. Ahora posiblemente abanderados por la idea del germen de la democracia se cometerán actos de violencia y represión de todo tipo. ¿O qué esperabais de una nación controlada (con un islamismo radical de por medio) por huérfanos y demás familiares exaltados de personas asesinadas por otros libios?. Todo esto descontando la heterogeneidad problemática de pueblos, de culturas y de influencias tribales que ya existían desde antes de Qadafi...

***

Hasta el 20 de febrero de 2011, España no se da cuenta de que tiene que dejar de vender armas a Libia (y lo deja de hacer). Sin embargo, ¿qué clase de personas (políticos) somos cuando, una vez has vendido armas tuyas a tu vecinos, vas a su tierra para apoyar a sus enemigos a derrotarlo? Esta es una de las hipocresías del "Brentdollar", el oro negro que hace que nuestros políticos se olviden de todo, excepto de la sustanciosa cifra que deja en las arcas el tema de los hidrocarburos.

No olvidemos que el 13% del petroleo que llega a España proviene de Libia (es nuestro tercer proveedor), y que, por entonces, cuando toda la revuelta explotó, tuvimos que soportar los 110Km/h porque no había dinero público para tanto petróleo encarecido, pero sí para pegatinas y para otras tonterías socialistas.
El caso es que el Gobierno de España le vende armas a Libia, le compra petroleo, le hace la pelota a su líder en Madrid cuando viene a ver a Zapatitos, y luego tiene los santos huevos de mandar aviones y tropas para bombardear hasta los cimientos de su palacio... por orden de la OTAN y de la Chacón, claro, eso siempre, España no decide en estas cosas... (¿?)
¡Hipócritas! ¡vívoras traidoras! El deber moral que tiene España es, ya que somos tan amigos, ¿Por qué no enviamos a nuestros hombres a combatir contra los rebeldes de un gobierno al que hemos armado y con el que hemos simpatizado?. Fácil (e impensable), porque cualquiera sabe que enfrentarse u oponerse a la OTAN es demasiado peligroso, y nosotros andamos con demasiada poca cabeza y una gran deuda europea que tenemos que devolver.
Lo dicho, somos los perros de presa de Bruselas, los mensajeros de una ONU dirigida por los mismos de siempre. Esta vez los muertos los han puesto los libios, pero como siempre pasa, la cosa no se va a quedar así.

Acabamos de dejar armados hasta los dientes al exaltado pueblo libio, dirigido por integristas islámicos que sepa dios qué van a hacer con todo el poder, dinero y armamento que van a amasar estas semanas... ¡Pero nada! ¡nosotros tan tranquilos! posiblemente quienes ocuparán el poder pasado mañana, vuelen aviones comerciales en nombre de Alá con los misiles tierra-aire "decomisados", pero.... ¡No pasa nada porque un dictador peligrosísimo y malísimo ha muerto!.

Cuando se hablaba hace décadas de "equilibrio de poder", precisamente se refería a mantener dictadores por todo el mundo, títeres de las potencias comunistas y capitalistas de todo el globo. Es decir, cuando Qadafi empezó a gobernar.
Ese equilibrio de poder es, no solo necesario, sino vital para la coexistencia de las naciones. Los sustitutos que vienen mañana son terriblemente más peligrosos.

***

Hoy la resistencia, con ayuda de los precisos bombarderos de la ONU, ha asesinado a Qadafi y difundido imágenes de su cadáver por todo el mundo al grito de "Alá es grande". Sin duda, una victoria más para la primavera árabe

Nos venden al recién asesinado Qadafi como un dictador, como un personaje histórico que durante su mandato a lo largo de 40 años, ha incumplido todos o casi todos los derechos humanos habidos y por haber. Pero hay muchos datos que el cuarto poder se ha reservado adrede y que no le interesa a unos pocos que el resto nos enteremos, como siempre pasa en las guerras... ¿Ocurrirá como con Sadam ahora que hay petroleo de por medio?
Yo lo tengo claro, espero no presenciar la pública ejecución de los retales gadafistas cuando los sucesores tomen el poder. Algo así pasó con Vietnam del sur cuando los comunistas "liberaron" totalmente el país.

Recemos tpor tanto porque no suceda como históricamente nos enseña el conflicto afgano: los rusos abandonan el país y las potencias que intervinieron secretamente en el conflicto dejan a talibanes y mujahidines al mando... y con el culo al aire y lleno de odio a la mayoría del pueblo que sobrevivió a la postguerra.

Datos de interés:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=124066 (Armamento importado en Libia)
http://es.wikipedia.org/wiki/Rebeli%C3%B3n_en_Libia_de_2011 (Historiografía del conflicto)
http://www.militar.org.ua/foro/la-primavera-arabe-libia-t31139-2340.html

domingo, 9 de octubre de 2011

Arriba... ¿España?


Analizando el evento que se realizó en Jaén por parte de los amigos de las FFAA y de la Legión española, llegué a conclusiones que hacía años que no llegaba y que, por desgracia, en su momento olvidé a posta por no tener material suficiente para escribirlo. Pero creo que tengo la necesidad de hacer pública una opinión que seguro es compartida por un gran número de mentes pensantes, conscientes de todo esto.

Como muchos otros antes que yo, juré bandera prometiendo defender al Rey, a la Constitución, y ceder voluntario hasta la última gota de mi sangre por España. ¿Pero a qué España? Me pregunto ¿A mi España, una patria cálida que nos acoge a todos? ¿O la España de ellos, la corrupta de los favoritismos y las mentiras?
Sé que no es decoroso dudar de algo que está por encima de nosotros, algo tan longevo y honroso como puede ser la patria. A fin de cuentas sólo soy un pobre españolito que aún piensa que no tiene que pedir nada a su país sin antes ver qué puede ofrecerle a él. Y no
es justo exigir a la Nación algo de lo que puedes beneficiarte si con ello se pisa al vecino, al prójimo. Soy a fin de cuentas solidario con mi país tanto como espero que él lo sea conmigo, al igual que con el resto de mis congéneres.

Ya hace tiempo que, como aquel escritor, veo los muros de mi patria y no tengo nada más que hacer que sentarme y llorar por ella, de impotencia y de rabia.
He contemplado día tras día como la España que un día fue gloriosa y fuerte, imperio de imperios, se hacía digna de seguir siendo el ejemplo de otras naciones. Ahora, cuando la debilidad se ha impuesto entre sus gobernantes se ha ido convirtiendo paulatinamente en una cueva de ladrones, en una vergüenza a la que nadie dentro de las fronteras civilizadas quiere mirar.
Deplorable país, deplorable nación, deplorable sistema por el que la Legión desfila y dice estar dispuesto a defender como si nada pasase.
Veo a todos esos jóvenes, como marionetas de una ministrucha, un ente político sin alma ni instrucción alguna. Con el coco lleno de serrín cada uno de sus mandos (más políticos que los políticos) cegados por otros asuntos que no son el cumplimiento del deber con su patria, sino con los patrones que pagan mensualmente su salario.

Los padres de la Constitución obligaban a los españoles a crear un vínculo con su patria, a servirla con las armas o con su habilidad (la prestación sustitutoria); el apartado tercero “
un servicio civil para el cumplimiento de fines de interés general”. El interés general que beneficie a España.

 Creemos que hemos progresado. Que vivimos en el futuro que nos prometió Europa. No hemos hecho otra cosa que volvernos señoritos. Creyendo que al pagar impuestos (de los que, obviamente, se nutre nuestro ejército profesional) nosotros podemos dedicarnos los domingos a ver el fútbol acallando nuestra conciencia en cuanto a nuestras obligaciones con la patria.

¿Pero puede imponerse por ley el amor a la nación? ¿Pueden obligarnos a amar algo que no se ama? Rotundamente no. Pero es obligación de los tres poderes el permitir que aquellos que deseen servir a los intereses de España, aunque sea temporalmente, puedan hacerlo. La oportunidad siempre debe estar garantizada, no las trabas y la desinformación.
Como suele pasar en las naciones que han sido intoxicadas de libertad sin aprender previamente de su historia y del sacrificio de los hombres que dejaron en ella su huella, nos hemos embriagado con el progresismo despreocupado. Sí, esa mentalidad perezosa que sólo sabe pedir y exigir 
derechos, pero que no entiende ni quiere entender que junto a ellos coexisten deberes. Esa evasión de las obligaciones ciudadanas nos ha hecho desagradecidos en todos los ámbitos de la vida pública. Y esto nos viene porque la ingratitud tiene su origen en el desconocimiento del valor de las cosas.
Sin embargo, no se puede traicionar a la nación por tener uno las libertades personales que cree que se merece: no se puede odiar a la tierra que te da las oportunidades y las ventajas, que te sostiene y alimenta. Que es el sustrato del resto de situaciones beneficiosas de las que uno dispone.

 Como un hijo que odia a sus padres metódicamente por el hecho de ser sus padres... Ser un desagradecido patrio es, por desgracia, lo que está de moda. No respetar ni lo que a uno le pertenece y que tiene el derecho y el deber de mantener.

La sociedad, la juventud y la moral de todos tolera estos actos al no condenarlos. La sociedad tolera la cobardía de sí misma al no condenar los actos de sus representantes. El pueblo consiente que existan políticos que traicionan a la nación a la que supuestamente representan. Y me pregunto ¿Nadie va a hacer nada? ¿Vais a seguir de botellón, bebiendo y fumando mientras vuestro país se va a la ruina? ¿Vais a seguir culpando cínicamente a los políticos cuando quienes no lucháis por vuestra libertad sois vosotros?
Hipócritas, hipócritas patrios.
Y todo esto, como siempre, os dará igual mientras nadie os legisle y regule el pan y el circo. U os quite la posibilidad de ganar una paguita fácil. Un puñado de euros con los que comprar vuestra atención, vuestro voto y vuestro silencio. Dinero que, a fin de cuentas, no deja de ser un puñado de deseos de mierda.







Sois la juventud de España, sois la nación española del mañana. Un pueblo fuerte y valiente que ha luchado por su autodeterminación cuando no ha tenido ocasión para autodestruirse.
¿Donde está esa fuerza y esa valentía de superación garantizada por los derechos que tanto reclamasteis? Gritar públicamente el “Viva España” en dos actos anuales (mientras que sea otro quien sangra por ella) no es patriotismo, no. No 
si no se trabaja por plasmar ese sincero deseo en un futuro de grandeza cada día. No es patriotismo, sino hipocresía. 

Cuando seáis conscientes de que en nuestra sociedad impera una moral cambiante, cainita, que os empuja a anteponer vuestros sueños, el bienestar y la imagen nacional por un miserable sueldo, descubriréis que no amáis verdaderamente a vuestra nación. Porque, por lo general (y sin ánimo de criticar el progreso personal), vuestro trabajo, vuestra ocupación y vuestro propio ego (ese que tanto os esclaviza) se superpone sobre vuestro país.
Esa concepción tan generalizada es lo contrapuesto a la moral castrense. Donde la palabra "servicio", como acto de servir, viene a ser la justa entrega, íntima y pública, de la fuerza de uno mismo en interés de la nación. Servir a España es y será siempre mucho más que portar orgulloso su bandera en un mundial de fútbol.

No sois conscientes de lo que verdaderamente está pasando en este país cuando hasta el menos docto en la materia puede percatarse de que la población no sólo no desea luchar por su nación ni por sí misma, sino que corre a rendir culto al cuerpo y al alma del mejor postor. Por treinta monedas de plata.

Un acto que congregó a más de media ciudad de Jaén en beneficio de su bandera y de la buena imagen de su Legión no inspiró la voluntad de agruparse para defender sus derechos, su buena imagen, su prestigio y animar a la fuerza y la unión nacional. Esa misma unión destruida por los “representantes” que prometieron defenderla y mantenerla indemne.
¿De qué sirven todos esos gritos de amor patrio si no se trabaja, si no se lucha por la nación?. ¿De qué sirven los laureles y los honores a los caídos si los que viven hoy no son capaces de luchar por su memoria? Cada momento que sigo recordando el acto del viernes me da más vergüenza ajena, me da más repulsa por el pueblo que ni sabe, ni quiere saber. Que se afana en atarse a su propia incultura mientras eleva alto los mitos que cree que le aportarán la salvación del inminente destino. Cuando se ha sembrado la discordia en un pueblo que ni lucha ni puede luchar por lo que dice amar.

"En ningún lugar he visto a tales leones conducidos por tales corderos".
   General Max von Gallwitz (1852–1937)

miércoles, 5 de octubre de 2011

Indignaos, pero seguid remando.

Horas antes del 15 de marzo de 2011 se expanden mensajes de indignación por todo el ciberespacio. Se concretan quedadas en zonas céntricas de Madrid, Barcelona y otras capitales de provincia. El grupo “Democracia Real Ya” ha aparecido en los medios días previos a la macroreunión, y ahora, se ha extendido con un dudoso programa entre cientos de jóvenes (y no tan jóvenes) que ven la panacea de sus males en forma de manifestación pacífica.

Decenas de periodistas y sociólogos quisieron dar explicación a este fenómeno desde el punto de vista de la conspiración. Incluso parte de esas personas que en su día formaron parte del movimiento, dejaron su puesto al ver “extrañas” influencias políticas existentes dentro de la comuna, que se había formado de manera “espontánea”.

Al final, todo quedó en nada, como muchas cosas en este país. Los argumentos fueron más un sueño que una posibilidad, y las clases medias que se vieron tentadas a seguir, a resistir por la causa, abandonaron sus puestos. Los indignados quedaron abandonados, mal vistos y hacinados en un poblado chabolista que ellos mismos levantaron, comiendo, como no, de la caridad estatal.
Tuvieron valor de luchar contra el sistema, de afrentar a la policía, a los elementos, a la opinión pública. Hoy son una imagen putrefacta y vergonzosa de nuestra sociedad, apodados jocosamente “perroflautas”. Y, créanme cuando digo que han sido la última oportunidad fallida de un pueblo que veía la insurrección autónoma e independiente como una posibilidad de éxito contra la injusticia promovida, defendida e institucionalizada por parte del Estado.

Hoy ya nadie quiere levantarse; prácticamente nadie quiere parecerse ni asemejarse a ellos; nadie quiere luchar, ya ni por lo suyo, ni por el pan de sus hijos.
Yo mismo, cuando presencié en los medios el germen de una viable insurrección popular, sentí cierto miedo y cierta complicidad al mismo tiempo. Sentí ganas de unirme y de utilizar mis capacidades para dirigir esa revolución hacia una victoria claramente segura...

Pero no. ¿Quién soy yo para hacer eso? Nosotros somos los que hemos presenciado caer al pueblo en un ademán de inconformismo. Somos los indignados de los indignados, los desilusionados de las mala imagen de nuestros revolucionarios. Somos un pueblo que siente asco de sí mismo, y asco de ciertas partes de ese pueblo que ha sido el que le ha dado la mala fama al hecho de “levantarse y luchar”.

El fracaso de la revolución hispánica llegó mucho antes de gestarse. Ni se estudió la historia pasada, ni se hicieron los deberes correctamente, y por tanto, no se puede aprobar.

Uno de mis profesores de Derecho Constitucional, ilustre catedrático de Universidad, nos dijo una vez durante unas jornadas dirigidas a los jóvenes: “Vosotros jóvenes, que tenéis fuerza para cambiar el futuro, sois los revolucionarios de este siglo, pero no con armas, no con la fuerza. Sois los líderes de la revolución silenciosa, la que se conquista cada día con esfuerzo y determinación”.

Yo no puedo estar más de acuerdo.

***

Plaza de Tian'anmen, 1989. Yo llevaba tan solo unos años en este caótico mundo cuando se produjeron los incidentes que, como estudiante de Derecho que soy, considero que cambiaron el pensamiento de una generación entera.

Se dio un límite oficial de 2.600 víctimas mortales, y cinco veces más de heridos: Estudiantes, gente del pueblo que otorgó sobre la escalinata sus peticiones en un manuscrito plegado. Lo entregaron DE RODILLAS a los comisarios políticos ante la mirada del mundo. Ellos no eran anarquistas, ni marxistas, ni perroflautas. Ellos no querían destruir el Estado, sólo querían ser escuchados y provocar el cambio, un cambio positivo, no la revolución.

Justo al día siguiente, un padre (anónimo, que tuvo que huir del país para salvar su cuello de los maoístas) que había perdido a su hijo en los “enfrentamientos” (que no fue más que una carga indiscriminada de gente armada versus gente desarmada) se plantó allí con unas bolsas, le plantó cara a una fila entera de carros de combate soviéticos hasta que fue sacado de allí por otra gente.
Las cámaras del mundo, el pueblo chino, la humanidad entera, contempló ante sus ojos que un sólo hombre puede marcar la diferencia. ¿Por qué no hemos aprendido? ¿Por qué el pueblo, la juventud española, no ha trabajado para ser así? ¿Por qué, en lugar de enseñarnos a luchar conforme a nuestras ideas, se nos enseña desde la infancia a ser borregos y a no pensar?

No se puede construir un castillo sobre la arena. Esa es la idea.

De nada me sirven todas las leyes que están destinadas a mejorar el rendimiento escolar, a mejorar la sociedad juvenil. De nada sirven las protestas, ni las concesiones, ni los subsidios, ni las becas. Ningún intervencionismo juvenil va a ser positivo a la largo plazo si antes no se hacen unos buenos cimientos sobre los que edificar la política social.

¿Qué arena? Se preguntará usted.

Nuestra juventud ha cambiado a peor, le pese a quien le pese. Los augurios de los decostructivistas como Nietzsche (hace 100 años) tenían razón si miramos y analizamos a día de hoy un Instituto español (incluso me atrevería a decir "europeo") elegido al azar.

Nihilismo generalizado, caos institucional, vacío moral. La destrucción de los valores de nuestros padres, sustituidos por los de sus hijos, que no valen nada, básicamente porque la mayoría han salido de la MTV, de los 40Principales y de otras fuentes de incultura nacional, sin contar el pan y el circo televisivo y de la desinformación que se administra en vena a todos por igual.
Vivimos en una sociedad en la que el hijo debería enseñar a leer a su padre. Y sin embargo, hoy es el padre quien ruega a su hijo para que. al menos, asista a las clases.
No existe la voluntad de aprender, no existe ese valor por el conocimiento. El clásico joven ansioso de aprender está hoy martirizado, criticado y estigmatizado por una panda de hedonistas metrosexuales de gimnasio, adictos al narcisismo y al botellón.

El adiestramiento sofista de la dialéctica, que hace décadas se consideraba como el cénit de la experiencia de un jurista, hoy día ni se sospecha. Se ha perdido la voluntad de luchar.
Tal es el caos que los catedráticos de Derecho Internacional tienen casi que rogar a sus alumnos a leer “Rebelión en la granja”, para que al menos pueda entender sus explicaciones gran parte del alumnado que asiste por inercia a clase.

No hay derecho a esto. Somos jóvenes y queremos tener el pollo deshuesado y sin piel en nuestros platos, y que lo pele nuestro padre o el Estado. Pollo salido del pesebre pagado en forma de votos, que sí tienen más valor que la moral.

El espíritu de lucha no tiene validez práctica, sólo teórica. El bien y el mal se mezclan tanto que ahora sólo sirve el criterio de la mayoría, y uno solo, como individuo, teme alzarse y decir: “yo no estoy conforme”.

“Cuanto más grandes son las escuelas, más pequeñas son las cárceles”. Sin embargo, el Hombre libre se crea cada día, la política nacional e internacional tiene que alentar a la libertad de los individuos, no dando jamás lugar a maquillar el Derecho Positivo con artimañas partidistas que sólo benefician a un grupo, o a dos, o a tres, atendiendo a intereses económicos y comerciales de unos,ignorando el bienestar del pueblo, que es donde reside la verdadera soberanía.
O eso han querido vendernos incluso antes de 1978...



*Foto de Alexander Rodchenko, cartel para la oficina de publicidad estatal de Leningrado (1925)