jueves, 13 de diciembre de 2012

El capitalismo y su ejercitación virtual



El capitalismo, por definición, supone toda una organización social, política, filosofía y teoría económica y mercantil resultante de la libertad económica. El capitalismo afianza su teoría en la disposición de la propiedad privada sobre el capital (Das Kapital, de Carlos Marx) como herramienta de producción personal y estatal de bienes y servicios en una esfera mercantil (local, nacional o internacional).
En un sistema capitalista tanto los individuos como las empresas llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes o servicios siguiendo una forma liberalizada. Ésta se basa, entre otras cosas, en la ley de la oferta y la demanda (propia del libre mercado o economía de mercado) entre unos “consumidores” y unos “productores” que es como se divide la sociedad en esta estructura.
Es así un sistema que se fundamenta en un único fin, que llamaríamos “capitalista”, el cual no es sino el obtener un máximo beneficio monetario, no hay más razón que esa.

El capitalismo, debido a esta frialdad material con la que enfoca el mundo, origina ciertos problemas de índole social. Es problemático (socialmente hablando y atendiendo a razones humanistas) el hecho de relegar al individuo a un segundo plano bajo los intereses económicos que se ven reflejados en el máximo beneficio.

Mucho se ha hablado y escrito sobre el capitalismo a lo largo de los últimos siglos. Sin embargo, llegados a este punto en el que el fenómeno de la globalización se impone y podemos apreciar (en parte) los problemas que origina esta manera de “organización”, deberíamos preguntarnos ¿Podemos corregir el capitalismo como teoría económica? ¿Podemos superarlo? ¿Podemos conservar la teoría del máximo beneficio (al mínimo coste) atendiendo a los intereses de la sociedad? ¿Cómo se enfrenta el capitalismo a los tiempos modernos? Y por último ¿El capitalismo se expande como teoría económica autónoma?

Para contestar a esas simples cuestiones de una manera completa y exacta, esta entrada debería extenderse hasta el hastío del lector, por ello sugiero que lo más conveniente es que nos centraremos en ésta última pregunta, enfocándola desde otra perspectiva: ¿Cómo se nos inculca (expandiendose así) la teoría capitalista?. El resto de cuestiones es conveniente que el lector se las plantee por sí mismo y trate de llegar a una conclusión acorde con la realidad.

El ejemplo que más claramente nos demuestra la teoría económica capitalista en la práctica no es sino la realidad misma. No obstante hay que alertarse ante un hecho tal como la socialización o educación en materia económica.
¿Nos forman para ser consumidores y productores? ¿Nos inculcan de manera inconsciente estos valores?
La respuesta es un rotundo Sí.

                                             * * *

Lejos de debatir si los videojuegos son buenos o malos para los niños y la sociedad juvenil en general. No se puede discutir que, en efecto, los videojuegos que más “educan” son aquellos que emulan la hechos de la vida cotidiana. Hechos que para el sujeto constituyen una realidad cotidiana.
De esta forma se presenta en el mercado del ocio virtual del año 2000 un videojuego que simula la vida en comunidad vecinal de una familia o un individuo. La intención que la dinámica del juego propone desde el primer momento es la de crear una familia estable, aunque esto es muy discutible, pues aunque se premian las relaciones sociales, no se exige que esta vida estrictamente
familiar tenga que llevarse a cabo de manera obligatoria.



El videojuego dispone de un modo que permite la cimentación, planificación y edificación del hogar. Físicamente hablando (podemos elegir hasta el color de las tejas). Sin contar con la amplia gama de productos, enseres y a fin de cuentas, mobiliario que está a disposición del jugador para disfrute de su personaje.
De esta manera podemos recrear la casa de nuestros sueños y la vida que de algún modo nos gustaría llevar. Pero eso sí, mucho ojo: todo, absolutamente TODO hay que pagarlo con la moneda virtual de la que dispone el juego, a fin de generar en el jugador cierto
frenesí capitalista cuando el sujeto ha cumplido con sus necesidades básicas (y otras añadidas) primarias y secundarias. El jugador puede incluso puede permitirse el lujo de influir en el estado de ánimo del personaje...
Hay miles de combinaciones y perspectivas desde las que se puede enfocar el modo de juego.

En esta sociedad idílica no existe el desempleo (si no se busca adrede), siempre habrá un periódico o un ordenador donde se puede acceder a las ofertas del mercado laboral y aceptarlas o declinaras. El jugador, lejos de presentar una tendencia altruista, sabe que para adquirir los bienes, necesita dinero y este se obtiene a través del trabajo (Marxismo puro) sin contar con las necesidades biológicas base.






¡Cuán perniciosa y perversa es la mentalidad en la que nos adiestra este videojuego! Lejos de la política capitalista que impera en microuniverso virtual. A los jugadores de carne, hueso y seso les atrae la idea de experimentar con uno o varios individuos (que por supuesto nos obedecen como por designio divino). Podemos decidir libremente sobre la vida y o la muerte de estos seres. Sobre su felicidad o infelicidad, sobre su planificación de vida, sosiego, ocupaciones y relación con otros personajes.
Tratando de humanizar un conjunto de “
ceros y unos”, nosotros, personas lógicas y reales, somos capaces ceder ante la seductora moral hobbesiana y acabar (por simple aburrimiento) esclavizando o sometiendo a un individuo virtual a condiciones que fácilmente podrían ser perseguidas por El Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Pero, en palabras de una jugadora: “Es divertido quitar la escalerilla...”

En fin, sólo quiero pensar que determinadas clases sociales no tratan de hacer real este videojuego, decidiendo por nosotros hasta el último pensamiento o acción de nuestra vida privada. Quisiera con esto hacer una reflexión sobre la libertad individual a la que todos los seres humanos deberíamos tener derecho. Aunque a veces esta libertad se enfoque en la vida real como a nosotros nos parece en este caso: sólo un juego.

                                                            * * *

Ante las continuas reflexiones que importunan al autor, no cabe más remedio que preguntarlas al público, proponiendo un sano debate, por si se aventura alguien más a tratar de meditar sobre el asunto.
En relación con el tema del videojuego, la pregunta es: ¿Habría cabida en relanzar un nuevo título versionado (o parodiado) de este videojuego siguiendo el arquetipo de un sistema no capitalista? Y de que éste nuevo título sea atractivo para el propio mercado: ¿Podrían crearse unos “sims” que emularan la vida de una familia soviética, china, cubana o norcoreana?. De ser así, me asaltan otras cuestiones: ¿Habría comisarios políticos que inspeccionaran las casas y premiaran la buena conducta revolucionaria? ¿Podría sancionarse al sujeto de no ser así? ¿Procedería a ser obligado por este comisario a ir trabajar si el individuo se negara a asistir al trabajo? ¿Podrían limitarse u obviarse algunas necesidades? ¿Podrían los “sims” rebelarse contra una mala gestión del jugador y abandonar el yugo que les somete (al menos temporalmente)?

Y la que ciertamente más importunaría a algunos de ustedes: ¿Podrían en esta versión comprarse posters o bustos con el rostro de Lenin o Ernesto Guevara y ponerlos en el lugar deseado del hogar?