jueves, 13 de diciembre de 2012

El capitalismo y su ejercitación virtual



El capitalismo, por definición, supone toda una organización social, política, filosofía y teoría económica y mercantil resultante de la libertad económica. El capitalismo afianza su teoría en la disposición de la propiedad privada sobre el capital (Das Kapital, de Carlos Marx) como herramienta de producción personal y estatal de bienes y servicios en una esfera mercantil (local, nacional o internacional).
En un sistema capitalista tanto los individuos como las empresas llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes o servicios siguiendo una forma liberalizada. Ésta se basa, entre otras cosas, en la ley de la oferta y la demanda (propia del libre mercado o economía de mercado) entre unos “consumidores” y unos “productores” que es como se divide la sociedad en esta estructura.
Es así un sistema que se fundamenta en un único fin, que llamaríamos “capitalista”, el cual no es sino el obtener un máximo beneficio monetario, no hay más razón que esa.

El capitalismo, debido a esta frialdad material con la que enfoca el mundo, origina ciertos problemas de índole social. Es problemático (socialmente hablando y atendiendo a razones humanistas) el hecho de relegar al individuo a un segundo plano bajo los intereses económicos que se ven reflejados en el máximo beneficio.

Mucho se ha hablado y escrito sobre el capitalismo a lo largo de los últimos siglos. Sin embargo, llegados a este punto en el que el fenómeno de la globalización se impone y podemos apreciar (en parte) los problemas que origina esta manera de “organización”, deberíamos preguntarnos ¿Podemos corregir el capitalismo como teoría económica? ¿Podemos superarlo? ¿Podemos conservar la teoría del máximo beneficio (al mínimo coste) atendiendo a los intereses de la sociedad? ¿Cómo se enfrenta el capitalismo a los tiempos modernos? Y por último ¿El capitalismo se expande como teoría económica autónoma?

Para contestar a esas simples cuestiones de una manera completa y exacta, esta entrada debería extenderse hasta el hastío del lector, por ello sugiero que lo más conveniente es que nos centraremos en ésta última pregunta, enfocándola desde otra perspectiva: ¿Cómo se nos inculca (expandiendose así) la teoría capitalista?. El resto de cuestiones es conveniente que el lector se las plantee por sí mismo y trate de llegar a una conclusión acorde con la realidad.

El ejemplo que más claramente nos demuestra la teoría económica capitalista en la práctica no es sino la realidad misma. No obstante hay que alertarse ante un hecho tal como la socialización o educación en materia económica.
¿Nos forman para ser consumidores y productores? ¿Nos inculcan de manera inconsciente estos valores?
La respuesta es un rotundo Sí.

                                             * * *

Lejos de debatir si los videojuegos son buenos o malos para los niños y la sociedad juvenil en general. No se puede discutir que, en efecto, los videojuegos que más “educan” son aquellos que emulan la hechos de la vida cotidiana. Hechos que para el sujeto constituyen una realidad cotidiana.
De esta forma se presenta en el mercado del ocio virtual del año 2000 un videojuego que simula la vida en comunidad vecinal de una familia o un individuo. La intención que la dinámica del juego propone desde el primer momento es la de crear una familia estable, aunque esto es muy discutible, pues aunque se premian las relaciones sociales, no se exige que esta vida estrictamente
familiar tenga que llevarse a cabo de manera obligatoria.



El videojuego dispone de un modo que permite la cimentación, planificación y edificación del hogar. Físicamente hablando (podemos elegir hasta el color de las tejas). Sin contar con la amplia gama de productos, enseres y a fin de cuentas, mobiliario que está a disposición del jugador para disfrute de su personaje.
De esta manera podemos recrear la casa de nuestros sueños y la vida que de algún modo nos gustaría llevar. Pero eso sí, mucho ojo: todo, absolutamente TODO hay que pagarlo con la moneda virtual de la que dispone el juego, a fin de generar en el jugador cierto
frenesí capitalista cuando el sujeto ha cumplido con sus necesidades básicas (y otras añadidas) primarias y secundarias. El jugador puede incluso puede permitirse el lujo de influir en el estado de ánimo del personaje...
Hay miles de combinaciones y perspectivas desde las que se puede enfocar el modo de juego.

En esta sociedad idílica no existe el desempleo (si no se busca adrede), siempre habrá un periódico o un ordenador donde se puede acceder a las ofertas del mercado laboral y aceptarlas o declinaras. El jugador, lejos de presentar una tendencia altruista, sabe que para adquirir los bienes, necesita dinero y este se obtiene a través del trabajo (Marxismo puro) sin contar con las necesidades biológicas base.






¡Cuán perniciosa y perversa es la mentalidad en la que nos adiestra este videojuego! Lejos de la política capitalista que impera en microuniverso virtual. A los jugadores de carne, hueso y seso les atrae la idea de experimentar con uno o varios individuos (que por supuesto nos obedecen como por designio divino). Podemos decidir libremente sobre la vida y o la muerte de estos seres. Sobre su felicidad o infelicidad, sobre su planificación de vida, sosiego, ocupaciones y relación con otros personajes.
Tratando de humanizar un conjunto de “
ceros y unos”, nosotros, personas lógicas y reales, somos capaces ceder ante la seductora moral hobbesiana y acabar (por simple aburrimiento) esclavizando o sometiendo a un individuo virtual a condiciones que fácilmente podrían ser perseguidas por El Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Pero, en palabras de una jugadora: “Es divertido quitar la escalerilla...”

En fin, sólo quiero pensar que determinadas clases sociales no tratan de hacer real este videojuego, decidiendo por nosotros hasta el último pensamiento o acción de nuestra vida privada. Quisiera con esto hacer una reflexión sobre la libertad individual a la que todos los seres humanos deberíamos tener derecho. Aunque a veces esta libertad se enfoque en la vida real como a nosotros nos parece en este caso: sólo un juego.

                                                            * * *

Ante las continuas reflexiones que importunan al autor, no cabe más remedio que preguntarlas al público, proponiendo un sano debate, por si se aventura alguien más a tratar de meditar sobre el asunto.
En relación con el tema del videojuego, la pregunta es: ¿Habría cabida en relanzar un nuevo título versionado (o parodiado) de este videojuego siguiendo el arquetipo de un sistema no capitalista? Y de que éste nuevo título sea atractivo para el propio mercado: ¿Podrían crearse unos “sims” que emularan la vida de una familia soviética, china, cubana o norcoreana?. De ser así, me asaltan otras cuestiones: ¿Habría comisarios políticos que inspeccionaran las casas y premiaran la buena conducta revolucionaria? ¿Podría sancionarse al sujeto de no ser así? ¿Procedería a ser obligado por este comisario a ir trabajar si el individuo se negara a asistir al trabajo? ¿Podrían limitarse u obviarse algunas necesidades? ¿Podrían los “sims” rebelarse contra una mala gestión del jugador y abandonar el yugo que les somete (al menos temporalmente)?

Y la que ciertamente más importunaría a algunos de ustedes: ¿Podrían en esta versión comprarse posters o bustos con el rostro de Lenin o Ernesto Guevara y ponerlos en el lugar deseado del hogar?

domingo, 25 de noviembre de 2012

La moral de los muertos vivientes

Twitter, Tuenti, FB y demás mierdas tecno-modernas son quienes se han cargado el romanticismo clásico que tanto buscáis como zombies internáuticos. 
En un país donde la moral huele a discoteca y "San Valentín" es sinónimo de "Corte Inglés", vienen cuatro gilipollas y enuncian entre lágrimas que "el amor ha muerto". ¿Qué pensabais? ¿Que algo tan noble como es el amor romántico iba a durar mucho en estos tiempos que corren? ¿Qué alma en vuestras frágiles manos de urbalistos va a poder soportar el dolor y la pasión a partes iguales?.

Vemos el divorcio 
como algo "normal" y natural. La homosexualidad como algo que se puede (y se debe) restregar al prójimo por la cara y exigir respeto. Cuidado, que no te llamen la atención por ser "una loca" porque coses a descalificaciones homófobas al ofendido de turno; eso sí que es lo "normal" ¿no?. En una sociedad donde el vicio moral se legitima y cualquier excusa es suficiente para motivar un crimen contra los derechos de otro, vienen los partícipes de la barbarie a mendigar Valores... Increíble.
 Esto es así porque así son los tiempos que nos han tocado vivir. Porque son los tiempos los que crean y edifican la costumbre "evolutiva" de nuestra sociedad. Y por cojones hay que acostumbrarse o nos condenan al ostracismo y exilian a la montaña, con Zaratustra.
Sin embargo luego pedimos a gritos, como yonkis sociales que somos, que necesitamos y exigimos del prójimo valores tan "arcaicos" como son el honor, la fidelidad, la sinceridad, la amistad... 

En una sociedad que se muere de sarna progresista y de liberalismo moral, yo os digo: Que os jodan. Haberlo pensado antes de comprar la entrada de aquella magnífica discoteca que tan bien os vendió un asalariado relaciones públicas. Que os jodan. Haberlo pensado antes de hacerle caso al amigo tonto de turno que os enseñó cómo teníais que vivir vuestra vida.

Tenéis hambre y sed de algo que nunca habéis visto más allá de una pantalla. Tenéis adicción a una autoestima europea que se cae a pedazos por el propio lastre que supone tener que mantenerla diariamente. Y sufrís al tener que inyectarle dosis de reconstituyentes ficticios de droga prefabricada por unas mentes brillantes en algún despacho de Nueva York o de Londres...
Buena suerte, en serio. Buena suerte con esa vida sintética de la que tanto os enorgullecéis.

martes, 6 de noviembre de 2012

Historia de la injusticia.


Esta entrada la desvelo previamente a la publicación del libro que estoy escribiendo. Pertenece al prólogo del mismo, así que creo que no haré ningún "spoiler" indebido. Y si lo hago, que no creo, ruego que los hipotéticos lectores de mi obra me sepan perdonar.
 No muestro el presente texto con ningún ánimo de publicitar la obra que se está escribiendo, que no lo merece aun, sino porque me siento moralmente obligado a dar a luz una parte de él.
 La injusticia que cambia el mundo tiene su origen en algún lugar, y espero que el lector reflexione a cerca de sus orígenes tanto o más que yo.
Así pues, espero que disfruten este breve adelanto literario:


¿Cómo comienzan las injusticias? Es una de tantas preguntas trampa que nadie en su sano juicio es capaz de contestar de manera universal.
Unos dicen que la injusticia nació en el mismo instante en que el hombre primitivo tuvo la conciencia suficiente como para adoptar la propiedad privada. Cuando aquel homínido clavó las cuatro estacas en la tierra, delimitando un predio o un territorio que pasaría a formar parte de su patrimonio. Y que prohibió acceder a él a las personas que él consideraba non-gratas. Para extrañeza de sus semejantes, que hicieron lo mismo después de él.

Otros piensan que la injusticia comenzó cuando el fuerte ejerció su poder contra el débil. Otros que fue al contrario, cuando los débiles se hicieron fuertes y se vengaron del fuerte.
Muchos otros, mal encaminados y temerosos de la verdad, piensan que la respuesta a esa pregunta se encuentre en la religión. O en los designios de algún carismático hombre de fe.

Y hablando de religión y de génesis. Si algo es seguro es que la injusticia ha acompañado al ser humano desde sus orígenes más remotos. Y no por una mera cuestión evolutiva, racional o religiosa. Sino por algo más ancestral a él: La propia Naturaleza de la raza humana.

La naturaleza es injusta. Nada tiene que ver que seas un buen insecto o un buen mamífero. La inminente glaciación o el próximo diluvio matará a ambos igualmente. Hayan sido o no buenos con sus iguales.

Entre todos esos anónimos iluminados que dan su opinión por escrito a cerca de temas trascendentales, surge a veces alguien capaz de aunar en sí el talento y la visión suficientes como para dar a luz una obra literaria digna de leer. He de decir que yo no me considero uno de esos excepcionales seres.

La injusticia siempre existió, desde antes de que la vida existiese.
Los planetas ya pueden ser considerados “entes” del universo, y están formados por un polvo cósmico que perteneció a una o a varias acumulaciones de materia. Materia que sufrió la injusticia de la extinción, para dar a su vez la oportunidad de crear otros mundos y otras galaxias en un ciclo sin aparente fin.

Por tanto me inclino a pensar que la injusticia como tal, nace con la concepción racional del ser humano. Junto a la concepción moral de los actos que se suceden en su contexto correspondiente.
Esta concepción permite apreciar en el universo las anomalías que no se corresponden con una forma concreta de ver la vida y el mundo a nuestro alrededor. Dicho de otra forma, es la apreciación que aparece como respuesta cuando se truncan las leyes de la coherencia más personal.
Aquí abriríamos otro debate a cerca de si la injusticia surgió antes o después de la moral...

De ahí que la Justicia (y la ausencia de ésta) sea algo tan relativo y al mismo tiempo tan universal. Tan humano y tan natural. Un hecho surgido de la capacidad humana de percibir racionalmente el mundo exterior.

Pero el saber estos datos no cambiará que las injusticias sigan sucediéndose y sigan cambiando el universo a su manera. Las percibamos o no.

martes, 25 de septiembre de 2012

¿Dónde están los "pura sangre" universitaria?


Entre mis preocupaciones, como de costumbre, tengo siempre presente el tema de la juventud que puebla este siglo. Una juventud que no deja de ser el desbocado motor de este mundo alocado y confuso para todos. Sin hablar de estos tiempos tan difíciles, que parecen nublar el juicio hasta del más audaz.

He podido observar durante estos años que ya no se lleva con honor el birrete, que se ha olvidado lo que significa ser universitario más allá de las orlas y las fotos con beca sobre la televisión.
Para horror mío y de cualquiera que aún siga pensando que la universidad es un centro donde crear profesionales, parece ser que estos tiempos han traído otros tipos distintos de "crisis" a parte de la económica, que es más que evidente.
La dudosa moralidad de una generación de jóvenes descontentos con su país, con sus familias (y aunque no lo reconozcan, con su entorno) sólo ha alimentado al monstruo nihilista que habita entre nosotros desde la entrada del nuevo milenio. Un monstruo que pretende lo mismo de siempre; sacarles hasta el último de sus flamantes euros a cambio de un ocio mundano, supuestamente infinito. A fin de cuentas, la divulgación de una moral basada en la complacencia humanista y egoísta de todos los tiranos.

No me siento respetado por ser universitario, de hecho soy consciente de que ningún universitario es respetado hoy día de igual manera que se respetaba hace años. Y eso tiene su explicación si nos paramos a pensar.

Los universitarios son y han sido siempre la élite de la sociedad en cuanto al saber y al conocimiento, cuyas puertas rara vez se les cerraban en las narices.
 Ahora no se necesita que estas puertas se cierren por mano ajena, sino que se las cierran ellos mismos como si tuviesen potestad para volver atrás y abrirlas. Y no es de extrañar.
Quien esté ávido de ciencia recurrirá a la Universidad, quien deseé saber más a cerca de sus inquietudes intelectuales también acudirá a la Universidad. El campus es un ser vivo que se alimenta con la actividad de jóvenes y viejos, con la interacción de sabios y necios. Como siempre ha sido. El debate y la interacción de varias posturas divergentes es VITAL para el progreso y la incorporación de nuevas ideas a la ciencia. ¿O no es acaso eso la Universidad?
Otra explicación del menosprecio que se tiene por los estudiantes es seguramente el numero de alumnos. Antaño era costoso (y exclusivo) el hecho de ir a la universidad. Eso aseguraba ciertos niveles de excelencia en sus individuos, aunque no en todos los casos, como ya se sabe. Lejos de atribuir a la Universidad un carácter clasista, bien es cierto que la presencia de un escaso número de doctos los hacía también valiosos, muy valiosos. Por el contrario, cuando prácticamente cualquiera puede ser licenciado y tener un máster, el mercado laboral se resiente. Porque no nos engañemos, el mercado laboral no busca cualquier sujeto, busca la excelencia, la mejor apuesta, lo competente, lo fuera de serie.

Hoy día como alternativa a esta fuente “física” de conocimientos, está, como no, Internet. Esto hace que la abundancia de conocimientos y de técnica haga cada vez mas compleja la inserción en el mundo laboral de graduados recién salidos de las aulas. Alumnos que, con una formación mediocre a causa de las decisiones políticas y la escasez de exigencias docentes (basadas en el mercantilismo), tratan de resolver las dudas de forma más o menos rápida y exacta.
La pureza del saber reside en los centros de enseñanza o dondequiera que haya un equipo mayor o menor de docentes e investigadores que sean capaces de ponernos sobre la pista de lo que andamos buscando. De nuevo el calor humano, el diálogo y la comprensión se hacen un factor inexcusable para el aprendizaje.

                                                                  * * *

El prestigio no deja de ser una mercancía más de este mundo. El “honoris causa” de los individuos sigue residiendo en su humanidad y en el trato que tienen con otras personas. ¿En qué asignatura me enseñarían a ser bueno con mis semejantes? No recuerdo ver ninguna en los recientes planes de estudios.

Lejos de abordar la temática a cerca de la necesidad de formar moralmente a los juristas, que es el ámbito que yo frecuento, surge también el tema de la necesidad de “depurar” la enseñanza que nos ha tocado sufrir. No recortando materias ni horas de clase, no. Depurando las personas que acuden con más o menos dificultad al ámbito universitario.
Antes me refería a “mercancía” en cuanto al prestigio, y no me equivoco cuando digo que el valor de las cosas se reduce cuando éstas pasan por muchas manos o son usadas por una amplia multitud de personas. El prestigio basado en la competitividad y la excelencia. El prestigio que siempre hemos apreciado en universidades como Harvard, Oxford o Yale.

¿Qué prestigio podemos encontrar si todos somos recibimos la misma formación? Ahí entra el asunto de las calificaciones. Que ya sabemos lo que son. Pero tratando de ir más lejos ¿Qué honores alcanzaré si toda una Administración se propone masificar las aulas en pos de los derechos de todos los usuarios? ¿Qué hay de elitista (socialmente hablando) en compartir las bancas de la cátedra con decenas de ceporros con animadversión al saber?.
Conclusión: A grandes rasgos no podemos encontrar prestigio, ni honores ni elitismos en el ámbito universitario español clásico.
Todos tenemos derecho a la educación, sí. Pero de calidad. Es lógico que no todos los jóvenes del nuevo Siglo han tenido el privilegio de gestarse una “apariencia universitaria”, apariencia que rara vez llega a cotejarse con la realidad.
Siempre he utilizado el símil del cuarto de baño. Cuando nos encontramos en el baño de una casa, usado por dos pares de seres humanos, observaremos que estará siempre más limpio que cualquier cuarto de baño público; usado por decenas de personas al día, que no lo limpian ni tienen por costumbre mantenerlo pulcro, puesto que no es suyo. Igual debería ser la institución universitaria, con la diferencia de que a pesar de que es usada por mucho más personal es una institución que pagamos con el dinero de todos. La solución es la de siempre: Tratar de evitar una masificación innecesaria y exigir responsabilidades cívicas a sus usuarios de la misma, para buscar ni más ni menos la misma finalidad que con el baño: mantenerlo decente para que cumpla decoroso sus objetivos.

                                                                                * * *

El universitario debe ser un grano de arena en la playa del conocimiento. Debe aspirar a la provocación, al debate, al dialogo y a la lucha dialéctica con otros usuarios, aunque luego se vayan de cañas. No deberá olvidar jamas que aprender y formarse es la esencia de la vida universitaria.

Si los universitarios gozasen del prestigio que el título les confiere, no llevarían el tren de vida al que su periodo de "formación" les lleva. Bien sea por un efecto contagioso de las malas costumbres a las que todos los jóvenes nos vemos tentados, bien porque su inmadurez les hace débiles ante otros criterios más fuertes. Se sabe que la mayoría de quienes están matriculados han mordido la manzana de la ignorancia y el desprecio por el saber. Como si ser universitario supusiese una de las tareas hercúleas.

El lujo y la altivez del universitario clásico se ha mezclado con la chusma becaria más despreocupada. Y no me malinterpreten; no lo digo por aquellas familias humildes que depositan en sus hijos e hijas su confianza, su escaso patrimonio y les confieren la difícil tarea de triunfar en la vida por sí solos. La esperanza más humilde en un futuro mejor. Como no pudieron sus padres, más desafortunados que ellos. No, no me refiero a las personas luchadoras. Me refiero a aquellos que han gestado en sí la idea de “como paga el Estado, hay que secar hasta la última gota del mueble-bar". La peligrosa idea del expolio de la sociedad de los derechos.
 Esa mentalidad despreocupada, ese pensamiento perezoso y desocupado del “lo haré mañana”, ese, ese es el cáncer inextirpable de nuestra sociedad universitaria actual. Y ni les quiero comentar lo que sucede cuando esta jauría se adentra (a la fuerza, por orden paterna) en el mundo laboral. Zapatiesta asegurada.
    
 


Es por eso que aún algunos conservan los modales y hablan "de usted" a los profesores. Por eso algunos sí siguen vistiendo como un campus se merece. Al igual que un padre muestra orgulloso a sus hijos ante los ojos de quienes no habitan bajo su techo. El orgullo universitario es algo más que un derecho, es una identidad, una potestad. Tal vez un carácter más de lo que debería ser una formación correcta.
Es por eso que algunos nos enorgullecemos cuando pisamos las aulas aunque sea para sentarnos, anónimos, entre las bancas, al otro lado de la cátedra, junto a la muchedumbre que cacarea y susurra sin parar. Sin ser consecuentes de los recursos que "alguien en Madrid" asume por nosotros por cuenta de los bolsillos de todos los españoles.
 Aunque a veces sintamos la vergüenza de identificarnos como unos intelectuales tenemos claro quiénes somos y qué hacemos cuando nos preguntan sobre nuestro oficio.

domingo, 15 de julio de 2012

Y después de los Simpsons, pan y circo.

Venimos avisados desde antes de que se publicara el libro de 1984 de Orwell.
El Gran Hermano diezma los derechos del ciudadano. No me quiero referir al reality que cuestiona mi intelecto y el de todo un país, no. Con Gran Hermano quisiera referirme a un caso que se sucedió hace dos meses, en el que varios funcionarios públicos son encausados por un delito contra la intimidad de varias docenas de personas. Y he aquí lo jocoso: Si cuatro indocumentados que poseen nuestros datos más personales hacen negocio con ellos ¿Qué no podrá hacer el Ejecutivo? ¿Qué datos no pueden desconocer de nosotros el Judicial? ¿Y qué normas tendrán “en estudio” los señores del Legislativo?

 Encausan a personalidades del CNI por este mismo delito, por supuesto porque hay manos que pagan por obtener esos datos (*1). Y he aquí mi pregunta: ¿Estamos seguros?
La respuesta a esta pregunta es un rotundo NO. La ciudadanía no está segura en manos de estos gobernantes. Y si alguien hace acopio del lirismo político y de discursos que citan nuestra Carta Magna, llegaremos a una conclusión: Tenemos la misma privacidad que la que tenían los ciudadanos de la antigua URSS, de la antigua RDA y de la Alemania Nazi, las cosas como son.

Ese ansia de control, ese SITEL mal usado y toda esa maquinaria bolchevique destinada a saber y conocer a cerca de la vida íntima de cada uno de nosotros, ahora resumido todo a golpe de “click”.
Y en estos tiempos, en este marco socio-político, de esas leyes excusadas por la “seguridad nacional”, surgen entes que buscan permanecer al margen de las “orejas del Estado” (que no al margen de la Ley, aunque algunos se empecinen en sacarle similitud), con un mensaje más que claro: “A mí no me espiéis, cabrones. Yo no he votado vuestra falsa democracia”.

Es después de los Simpsons cuando nos bombardean con esa mierda prefabricada en algún lugar de Madrid. Cuando con cuentagotas se nos inducen a pensar como algunos quieren que pensemos. Y es entonces cuando a ese pueblo, que no se entera “de misa, la mitad”, le llega el turno de hablar y comentar, de difundir las falaces ideas que los listillos de turno quieren que comentemos en cada momento de nuestra vida privada, aquella que, muy a su pesar, aun no pueden controlar.

 En todo un país nadie se alarma cuando se destapa una trama que estafa a las arcas del Estado cientos de miles de euros. De hecho, nos lo tomamos a broma y hacemos chistes sobre ello. Y digo yo ¿Dónde está el sentido común? ¿Dónde está ese afán por la justicia social que distingue al pueblo del soberano?.

 En este caso no quisiera excusar a los maltratadores, pero ¿y si a alguien, en medio de una crisis social, económica y de valores, se le ocurre “armar” a un montón de putas (personas que se venden a los intereses de otros) con las herramientas necesarias para desestructurar a más de 350 familias diarias a cambio de una suculenta cifra mensual? ¿Eso no nos molesta? ¿Eso no nos indigna?
 2.000€ por mujer “maltratada” que provienen de una plataforma europea van a parar a las arcas del Estado, eso son 700.000€ diarios que una economía “en recesión” agradece gustosamente. Una cifra para la que sí merece la pena montar todo un organigrama hembrista, y es que por desgracia, los hombres parece que no aportamos dinero al Estado.

 Por eso cuando llamo a algunas personas putas y zorras, creo que hablo con total exactitud conceptual. Ya que cuando se trabaja para el Estado en perjuicio del ciudadano, uno deja de ser parte del pueblo al que debe servir, por mucho que en los mítines y peritajes “imparciales” se pretenda presuponer otra cosa.

 ¿Y cuánto vale la libertad de un hombre? Todo lo que se le pueda sacar vía resolución judicial, más lo que cada mujer “maltratada” recibe en concepto de prestación, más la minuta de los abogados, más el sueldo de los funcionarios, peritos y personal de aquellos juzgados destinados a instigar los conflictos, la injusticia en la custodia de los hijos y la privación de la libertad masculina, sí, esos juzgados especiales.
 La libertad de un hombre en España vale lo que sus carceleros están dispuestos a pagar por ella, por su mujer no, por sus derechos y por su libertad.

Y si las putas y sus chulos nos están gobernando en un país donde ya no se puede distinguir entre los cuatro poderes ¿Qué nos queda? ¿Qué os queda, españolitos de a pié? Sumiros en la miseria a los que tengáis una familia que mantener y un desempleo que soportar, sumiros en la misogínia a los que conozcáis un caso de falsa denuncia en materia de violencia de género, sumiros en la vergüenza aquellas que habéis luchado por la “igualdad real y efectiva” consagrada en el artículo 14 de nuestra Constitución, sumiros en el descrédito y en la impotente incredulidad aquellos que cada sábado os topáis de bruces con las minifaldas, portadas por esas mujeres que en un futuro pueden lucrarse y vivir de vosotros a costa de lo que os arranque el Estado.

Y muchas gracias, Pajín, Aido y demás personas de la misma rehala por jodernos a todos y a todas.
 Muchas gracias por promover las políticas socialistas de “pan para hoy y hambre para mañana” que han convertido el último bastión de la sociedad (la familia) en una cueva de ladrones. Política de las que España algún día se arrepentirá y tendrá que pagar mientras otras se retiran de la política con sueldos bien jugosos. Gracias a todos vosotros que habéis tachado de "prevaricador" a un juez sevillano que lo único que ha intentado ha sido promover el sentido común y la mediación en los albores de una realidad que se asemeja más a Sodoma y Gomorra que a cualquier Estado democrático... ¿O no?.


*1 (http://www.elmundo.es/elmundo/2011/02/28/espana/1298897146.html)



domingo, 10 de junio de 2012

Imagina...


Imagina ese clásico partido que tanto esperabas. Ese épico partido que todo un país lleva aguardando desde el final de la pasada temporada.

Imagina a esos dos equipos, de frente, cara a cara, con sus coloridas indumentarias sin ninguna diferencia aparente salvo la que quizás surge entre los mismos integrantes de ambos equipos.
Unidos ambos por la victoria sin tener peso la raza o la familia de cada uno.

Imagina que entre el jaleo de los hinchas, los dos equipos toman el campo. La moneda se lanza al aire pero el árbitro ignora este azar, asignando a uno de ellos un determinado lado del campo.
La gente no silba ni protesta, a fin de cuentas es conveniente empezar así, esa elección no decide nada.
Imagina que ambos entrenadores han arengado a ambos equipos y la tensión se masca en el aire. Hay una gran copa brillante y mucho dinero en el saco, no se prevé un juego limpio.
Imagina que se sucede el partido y un grupo de los jugadores de uno de los equipos juega de modo agresivo. Se suceden rodillazos, patadas, pisotones por todas partes. A veces incluso detrás del mismo árbitro, quien no se percata de lo que sucede.
Los jueces de línea comunican por radio algunas faltas sin decir concretamente el integrante del equipo que las ha cometido. El árbitro intenta que esta situación deje de sucederse, no obstante, los hinchas de un equipo no para de gritar y abuchear a los jugadores del otro campo. El árbitro, en consecuencia, saca tarjetas amarillas y rojas al equipo cuyos hinchas no vociferan ni protestan. La mayor parte de las veces sin ver la “agresión” con sus propios ojos, fiándose del criterio de los linieres.

Ante esa injusticia deportiva, los hinchas del equipo afectado no alzan la voz salvo cuando uno de los jugadores de su equipo es pateado por el otro equipo, es decir, cuando hay una auténtica agresión en el campo. No obstante, los linieres no notifican esas faltas antideportivas, parecen no verlas.
Los jugadores del equipo "pisoteado" saben que deben volver rápidamente al juego. No hay para llorar en el suelo, sino para ganar marcando todos los goles posibles.

Imagina que termina el primer tiempo y han sido expulsados cinco jugadores de uno de los equipos. El marcador está 3 a 0 y muchos de los hinchas del equipo perdedor abandonan las gradas. Algunos se van a casa y otros cambian su asiento por el del otro equipo, sin embargo aun quedan hinchas del equipo perdedor, que permanecen en su sitio a la espera de que mejore el partido. A fin de cuentas también hay amigos y familiares de los jugadores en esas gradas.

Cuando comienza la segunda parte y alguien ha escondido las botellas de agua en los vestuarios del equipo que va perdiendo.
Durante el juego, en un descuido, un integrante del equipo vencedor asesta un puñetazo a uno de los jugadores del equipo que va perdiendo.
Entonces que el agresor, teatralizando, se tira al suelo y comienza a arrugarse mientras el otro, mareado y sangrando, protesta ante el árbitro la agresión recibida. Los jueces de línea dicen no haber visto nada.
Imagina que el árbitro, confuso, toma la decisión de expulsar del campo al agredido, ante los vítores y aplausos de los numerosos hinchas del equipo vencedor y ante el desconcierto de todos los integrantes del equipo que va perdiendo.

El entrenador del equipo perdedor está demasiado ocupado llamando por teléfono y leyendo una revista, ignorando el juego de sus entrenados y el desarrollo del partido. De hecho, hasta olvida cambiar a los jugadores más cansados o reponerlos ante las numerosas expulsiones.

Los medios de comunicación que televisan el partido no siguen la pelota como es debido, no obstante, no dejan de repetir los excelentes tiro a puerta que han dado lugar al 3-0. El juego peligroso del equipo ganador es sustituido por las imágenes que muestran a un jugador tirado en el suelo arrugándose, fingiendo unas ensayadas muecas de dolor.

El marcador asciende a 4-0, y ante el júbilo de los exaltados hinchas y el árbitro es testigo de una agresión entre dos jugadores, provocada por un delantero del equipo vencedor. El árbitro lo tiene claro y saca la tarjeta amarilla al responsable de la conducta antideportiva.
Imagina entonces que los hinchas comienzan a insultar al árbitro y éste se encoge de hombros.

Imagina que después de unos minutos el partido llega a su fin. Mientras los vencedores aguardan en el campo y son vitoreados, los jugadores del equipo perdedor salen del campo con la cabeza baja, sin el apoyo de su entrenador, sedientos, exhaustos e insultados por muchos de sus propios hinchas, sin contar las injurias que les lanzan los simpatizantes del equipo vencedor.

En los titulares del día siguiente se aprecia como yace en el campo, arrugándose de dolor, un jugador del equipo ganador y cómo un integrante del equipo rival realiza una entrada peligrosa. Terminando la noticia con una instantánea en la que figura el resultado del partido.

Imagina que esos mismos medios de comunicación han manipulado las cifras de las faltas antideportivas producidas.La redacción del periódico ha omitido algunas agresiones producidas por el equipo vencedor y han agravado las y sanciones a jugadores del equipo perdedor.

Imagina entonces que se publican también unas sanciones a los jugadores que estaban en el banquillo y que ni si quiera pisaron el césped.
Imagina que a los hinchas del equipo perdedor se les señala por la calle y se les critica por llevar la camiseta de su equipo.

Ningún periodista quiere entrevistar al entrenador ni a los jugadores del equipo que no consiguió marcar ningún gol a pesar de que ellos declaran que el partido estaba “comprado”.
El equipo vencedor se había estado promocionando diciendo que era un equipo omitido del ámbito deportivo, que estaba alienado y que nunca había ganado un partido por sus propios medios.
Todo el mundo aplaude al árbitro, que favoreció al equipo vencedor.

Imagina que en lugar de ser un partido, sea la vida real.
Imagina que ese espectáculo deportivo se llama termina con la coletilla de “... de género”.
Imagina que el equipo vencedor se presenta ante los medios como el equipo "igualitario" de las mujeres españolas.
Imagina que el árbitro representa al Poder Judicial. Y que los jueces de línea representan a los Fiscales.
Imagina que el público son hombres y mujeres de todas las provincias, obligados a ver y ser informados de ese irracional partido.
Imagina que toda una grada deshumanizada de hinchas jóvenes y adultos de todas las edades vitorean y aplauden los abusos de todo un sistema que atenta contra los derechos de otras personas con las que no guardan parentesco ni relación.
Imagina que los insultos y la discriminación asolasen la vida de personas que no han hecho nada más que haber nacido hombres, buenos novios, hijos, padres o abuelos de familia. 
Imagina que el partido que se sucedió en 2004 (el Día de los Inocentes, el 28 de Diciembre) y aún se sigue jugando...

lunes, 9 de abril de 2012

Tiempo, ese gran compañero.

Desde siempre, el portador de buenos y malos presagios, de buenas o malas noticias.
Tiempo. A veces lo que nos hace falta es precisamente eso, mucho, mucho tiempo. Tanto para comprender como para actuar (respecto a la realidad que nos toca vivir), para poder pensar, para poder decidir aquello que es más correcto a nuestro entender.
Siempre tiempo para meditar y valorar, para reponernos de un imprevisto achaque de la vida. Sólo tiempo.

Dicen que es sólo cuestión de tiempo lo que nos depara el futuro. Sin duda eso es cierto. Lo que nos espera el mañana sólo puede hacerse realidad cuando éste llega, el resto de teorías y medidas que creemos con seguridad son sólo especulaciones. Especulaciones, imaginaciones ensoñadas de unos seres que pasan más de un tercio de su vida pensando en las probabilidades (mal calculadas) que les depara su existencia. Especulaciones que, normalmente, pasan a ser posibilidades. Unas posibilidades que por suerte o por desgracia nunca llegan.
Eso es un ejemplo de inversión infructuosa: Invertir tiempo en algo que difícilmente sucederá.

Tiempo. Si sólo se necesitase eso para poder mejorar nuestro presente ¡Qué fácil sería todo! ¡Qué esperanzadora idea y cuán luminoso parece un presente cuando por la puerta asoma la idea de la otra vida! Vida que a pesar de todo no deja de ser más que más y más tiempo después de esta.
Dicen que pone a cada uno en su sitio (quizás con ayuda de Dios), pero yo, sin duda, sigo el camino de Santo Tomás. Y no creeré hasta que no vea como el libre desarrollo de los acontecimientos de una vida casi anónima, hace desembocar en el éxito de quien fue agraviado en el pasado. O que cae en la humillación y en la desgracia a favor del regocijo del mismo agraviado…

El tiempo no deja de ser nuestro amigo, que nos brinda y acompaña oportunidades de lujo, placer y acontecimientos vitales. También ocupa un lugar importante como juez y parte en nuestra pugna contra el mundo, contra la vida misma. Mostrándonos la finitud de nuestras obras, la fugacidad del deambular de todos los hombres, de todos los seres.


Y por eso es por lo que se decía que el tiempo es oro, es el oro más preciado. Es el oro de un avaro rentista que cree que puede conservarlo por siempre en su caja blindada, gastando únicamente lo necesario sin poder ingresar nada. Poco a poco se empobrece sin apenas notarlo hasta que el vacío de la caja puede casi hacer resonar la voz del que observa con espanto la escasez. Y entonces ya es demasiado tarde y uno desea con todas sus fuerzas y la experiencia obtenida, renacer.

martes, 21 de febrero de 2012

Los estudiantes insurrectos.

Lejos de parecer un disidente que va en contra de la Revolución o un conservador fascista que se excita contemplando cómo los agentes de la autoridad martirizan a los jóvenes, tengo que enunciar sin más demora mi parecer acerca de la llamada "Primavera Valenciana", que sea como fuere, a mí me sigue sonando a paella.

Creo que he de pronunciarme respecto a algunos vídeos salidos de las entrañas de la web (provenientes del teléfono de última generación de algún paseante de libros) subidos a la red vía Youtube para mostrar a los que no nos manifestamos activamente, la mala praxis de los agentes de la autoridad en ciertas localidades de España.
Os remitiría a un enlace donde figura "qué hay que hacer", siendo un agente, en caso de tener que actuar contra "civiles" en medio de la vía pública (manifestaciones con exaltados, altercados callejeros, infructuosos partidos de fútbol con hinchas que se les va la olla, etcétera.), pero la verdad; mejor que lo busquéis por vosotros mismos, que estar está.
Que no se os olvide que vivimos en un Estado de Derecho, de "Derecho a guardar silencio" en muchos aspectos de la vida pública, claro está, quizás demasiados.Aún así, sucede que tan ilegal es darle "una galleta" a un quinceañero, como decirle "Hijo de puta" a un policía que actúa en ejercicio de sus funciones. Las cosas como son. Eso sin tener en cuenta que para que se produzca lícitamente una manifestación de determinadas características es necesario el permiso del Ayuntamiento de la localidad. No podemos hacer las cosas como nos plazca amparándonos en nuestros designios ciudadanos.
Sea como fuere, sin duda el Código Penal es para todos los españoles.
No estoy aprobando en absoluto la mala praxis policial ni el uso desmedido de la fuerza. Pero tampoco les estoy dando toda la razón a los jóvenes que pretenden hacer la revolución marxista de su generación (muchos más golpe de clik que de otra cosa), generación cansada, generación desinformada, tecnológica y Ni-Ni en gran parte, pero generación al fin y al cabo. Peleando exaltados por la causa de otros. Combatiendo al "aparato opresor del estado" por orden de sindicatos y políticos que se frotan las manos y que, no nos engañemos, no van a recibir ningún pelotazo en una carga policial.
No señor, hay más hambre, más desgracias, más penurias y más problemas en este continente que un puñado de adolescentes insurrectos que creen que van a ganar la guerra al Estado llevando pañuelos palestinos y defendiendo los supuestos derechos existentes en un periodo histórico que nunca vivieron (la ansiada y mitificada II República, de la que sólo se suele contar la mitad, lo que más interesa a ciertos individuos).

Señores, despierten y no se dejen engañar por los titiriteros con mal perder de la izquierda más reaccionaria, que los hay por todas partes. Hace días un señor de la oposición del actual Gobierno dijo (con un tono ciertamente amenazador) en el Parlamento que sacaría a la gente a la calle. Así ha sido y así es. Con repercusión negativa para el que sale a la calle, no para el que invita a la protesta. Como siempre pasa.

Tampoco quisiera entrar en la legitimación de las manifestaciones que se han producido (que para empezar se han hecho sin pedir los permisos locales pertinentes), para eso tenemos la Ley Orgánica 9/1983 del 15 de julio (artículos 8 al 10) que regula uno de tantos Derechos Fundamentales que, teóricamente, tenemos.

No obstante esos pobres adolescentes no saben que les están utilizando como carne de cañón, como muñecos de feria, como punta de lanza en una serie de juegos políticos de los que ellos no van a resultar favorecidos ni lo más mínimo. Y si alguien dice lo contrario les aseguro que miente. Aunque lo gracioso sería ver a uno de estos yogurines indignados hablando de "la crisis".
El colmo de la situación es presenciar como los menores Ernestos Guevara de España enmiendan la plana a sus revolucionarios ancestros. En el seno de la sociedad del iPad.
Lo mejor que puede uno ganar de un hecho así, no es ni más ni menos que un par de palos, un par de sopapos, o que te abran diligencias policiales por supuestos delitos contra el orden público o contra la autoridad.A pesar de todo, os animo a que miréis la legislación Civil y Penal respecto de menores de edad (Ojo, SÓLO MENORES DE EDAD), que la cosa, como veréis, es más fácil para unos que para otros. Y ya que no pueden ser encarcelados (ni 72, ni 20 ni 2 horas, ni media) según la Declaración de Derechos Humanos y los Derechos del Niño. Así pues: ¡Viva la revolución!.

Y me repito para darle énfasis: Mayores problemas tiene, tendrá y ha tenido España para que ahora vengan estos y nos presenten su vida como una cadena de infructuosas desgracias educativas, o como un drama. Un drama lleno de garantías constitucionales. Porque si es drama y martirio juvenil (a cambio de las tediosa obligaciones de una formación PAGADA) hacer una costosa revolución a través de un iPhone pasado de moda, unos padres "sobreprotectores", un techo a compartir con tu familia y una paga semanal supuestamente insuficiente para las cuantiosas necesidades y gastos de un diecisieteañero...
¿Yo dónde tengo que firmar? ¡Arriba el drama social! ¡Arriba la revolución!

sábado, 4 de febrero de 2012

La venganza de los mártires

La sociedad de hoy escucha muy de tarde en tarde la palabra "mártir". Seguramente la probabilidad de que esta palabra sea usada en un contexto cristiano es cada vez menor, ganando terreno el Islam más radical como "hacedor" de mártires actualmente.
No hay que ser tampoco muy "del tecnológico" para saber qué significa "mártir": Es un humano que muere a causa de su condición religiosa (o incluso política) y que si no resulta perseguido y matado de manera brutal, pudiendo él ceder, renunciando a su fe (o lucha), no es considerado como tal.
Pues sí, ¿por qué no?. Pocos recuerdan ya los martirios (mártir -> martirio) y los asesinatos de algunos santos por parte del Imperio Romano u otras potencias, igualmente bestias. No obstante, mientras se escribe esto, los mártires del presente se forjan en las calles de algunas ciudades de Oriente Medio, del norte de África o de Sudamérica. Las familias de aquellos que se inmolan o son asesinados exhiben carteles con sus caras y mensajes "extremistas", exaltando la figura de fes familiares muertos en el combate, en esa lucha vital que está, en ocasiones, estrechamente ligada con la subsistencia, no sólo con la fe.

Pero, ¿cómo empieza todo esto? El término se acuña con uno de los mártires más famosos de la historia, conocido como Jesús el Nazareno, Jesús de Nazaret, Jesús, Jesucristo, el niño mágico de Belén, como lo quieran llamar. Vivió y actuó en un contexto histórico un tanto inestable; desligando sus ideas casi por completo del judaísmo para crear, conforme a su imagen y el mensaje del Padre, una religión que se basa en una doctrina que hoy todos podemos conocer y recitar más o menos bien. Pero no va por ahí el tema.
El caso es que por sus actuaciones "antisistema" y revolucionarias, Roma le echó el ojo; y no precisamente para hacerlo miembro honorífico del Imperio (por aquel entonces), sino para perseguir y erradicar todo lo que fuese contra la doctrina romana (y por consiguiente, el monoteísmo). Es decir, con aceite hirviendo, flechas, crucifixiones, parrillas, torturas, y vamos, a lanzada limpia.

Jesús de Nazaret, por tanto, es perseguido allá donde va, seguido muy de cerca por la Gestapo romana hasta que, según nos cuentan, Judas le vende por calderilla y es puesto a disposición judicial, digo, a disposición de Pilatos, al servicio del Imperio. Jesús creó una doctrina que luego sería extendida, moldeada y distribuida por sus discípulos y apóstoles mientras él cae inevitablemente en la lucha: es martirizado y crucificado. El primer mártir del cristianismo fue inevitablemente su creador.

Todo parece que se acaba ahí, pero resulta que eso del monoteísmo cuaja en Europa y en Oriente. Tanto los romanos que le dieron muerte a Jesús, como los pueblos (mal llamados) bárbaros (extranjeros), se cristianizan pasados unos años de estos acontecimientos. El emperador Constantino declara el Cristianismo como religión oficial del Imperio, y por mandato imperial, a misa todos y que a nadie se le ocurra matar un cristiano más sin causa justificada. Atrás quedaron entonces los mártires apaleados bajo el estandarte "Senatus PopulusQue Romanus".
No obstante, la cosa no termina aquí. Los romanos, muy pícaros ellos y como buenos latinos, dedicaron sus últimos días al vicio y a la depravación al más puro estilo de Las Vegas. Los pueblos bárbaros de las Galias y de las provincias que Roma se anexionó (a palo limpio) empiezan a fortalecerse bajo el dominio y las arengas de líderes tan carismáticos como Atila (llamado luego "El azote de Dios") y cómo no, se llevan el crucifijo a la guerra, hecho que ya me va pareciendo algo reciente... ¡Por Júpiter, y tan reciente!.

Las invasiones se producen continuamente, los romanos, agobiados y dados a la mala praxis de las comodidades urbanas, empiezan a oír rumores de que la imagen de Roma está en peligro. Muchos huyen a las villas alejándose de las ciudades, evitando los impuestos y los mundanos quebraderos de cabeza (para ser luego cazados, robados y expoliados, por los bárbaros, claro). Divide y vencerás.
Roma cae definitivamente en el 476, es saqueada e incendiada, consumándose así la venganza del mártir original. Irónico, ¿verdad?: 476 años después del cruel asesinato de un rebelde, la doctrina de ese mismo rebelde y sus apóstoles es el arma arrojadiza que impulsa a los opositores de Roma contra ella misma, y es destruida y reducida prácticamente a cenizas.

¿Qué nos enseña esta breve lección de historia? Muchas conclusiones, muchísimas.
Una de ellas es que la fuerza de la fe y de algunas ideologías mueve montañas... y ejércitos.
Otra es que los mártires de hoy son la motivación (bélica, intelectual, religiosa, imperialista, etc.) del mañana, sobre todo para aquellos que sufren el acoso de una potencia opresora.
Inevitablemente llegamos también a la conclusión de que la fe o la ideología, usada adecuadamente, puede ser más estimulante que la espada, siempre que se utilice conjuntamente, claro. Y a ser posible, prescindir de la espada y recurrir a las armas automáticas. Más eficaces que cualquier escrito.

La conclusión que más me gusta es la aplicación metafísica y naturalista (e iusnaturalista) de la tercera ley de Newton:
"Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto"

Aplicado al presente, es como la aproximada idea tabernera del Karma:
Tú le tiras una piedra al coche del vecino, y el vecino, sin querer, le pega fuego a tus arbustos de azaleas.

Y la historia nos demuestra que la "acción-reacción" se cumple en la naturaleza; Casi todas las culturas tienen frases y citas sobre esto. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Qué pasará en España actuando como actuamos ahora?. La respuesta no la tiene el autor de esta entrada, que es tan solo un escritor amateur sin dote alguna de adivino, televidente, mago, cartomago o similar. Pero se ve venir desde hace un tiempo que algo caótico se cierne sobre España, y sobre Europa.
Las víctimas de nuestro modo de vida, de nuestros prejuicios, de nuestras paranoias, de nuestras absurdas ideas, en un tiempo (quizás no serán necesarios 476 años) serán declarados "mártires" y como hijos de los hombres que son, reclamarán su justicia, ellos, sus familias y sus adeptos.
La "justicia" de los mártires será mal llamada "venganza" por quienes golpearon primero, y como si fuese una ola, arrasará a los débiles "romanos" de este siglo, mientras ellos, dados al vino y a los lujos desmerecidos, no sabrán dónde esconderse.
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«Nos reservamos el derecho a tomar represalias [...] contra todos los países que toman parte en esta guerra injusta: Gran Bretaña, España, Polonia, Japón e Italia.».

«Estas operaciones se están preparando y las verán en el corazón de su país cuando estén prontas.»

(أسامة بن محمد بن عوض بن لادن ) Usama-bin Ladin.

http://www.elmundo.es/internacional/2014/11/23/5470d3a2268e3ea97e8b4580.html

lunes, 30 de enero de 2012

La moda que nos derrota

Busca en cualquier buscador la palabra “moda”, seguramente encontrarás todo tipo de ejemplos, tendencias, estilos, diseñadores y ejemplos de cómo el más claro de los componentes de socialización se hace imperar en el sistema social del siglo XX.

Y esto es así. Cientos de miles de personas viven de la moda, y no me quiero referir con moda a esas legiones de modelos o exmodelos que desfilan en ocasiones semidesnudas sobre una plataforma con música y flashes, no.
La moda es uno de los componentes más atractivos, adictivos y estimulantes al que a día de hoy se enfrenta gran parte de (por no decir toda) la sociedad en su conjunto.

La idea de la moda es filosóficamente aceptable hasta que llegamos al punto crítico, a esa parte teórica neofascista que toda moda, por antonomasia, tiene que poseer si desea triunfar o tener un leve éxito; esto es, expandirse, “colonizar”, multiplicarse y generalizarse con tendencia infinita sobre la población que la sostiene.

Para ciertos sectores de la población que poseemos ciertos férreos valores (no quiero dirigirme a aspectos religiosos, ojo), el caso de la moda es bastante desconcertante, sobretodo si ésta se inmiscuye en el campo de lo social y discrimina entre “adeptos” y “parias”, levantando claramente el debate y el conflicto social del borreguismo de siempre, pero aplicado a la costura.

Música, tecnologías, costura, forma de hablar, series, comportamiento, conducta de ocio, etc. Si estos factores se eliminasen de la noche a la mañana, la sociedad caería en un caos increible, y no me refiero a un estado de guerra, de situaciones conflictivas en las que cientos de personas pereciesen por balas y navajazos al reivindicar su música favorita, no.
Hemos experimentado durante los pasados años un cambio en la sociedad que nos acoge a los vivientes a día de hoy. Surgen las llamadas “tribus urbanas” y los ancianos critican que a sus nietos se le ven los calzones por encima de pantalones “cagados”. Y nadie se pregunta “¿qué está pasando?”, señores: ¿Cómo hemos llegado a esa situación?

II


Parecerá tópico que se le eche la culpa a la globalización, pero tristemente, tiene gran parte de culpa. Los rappers de todas las capitales visten su correspondiente ropita ancha, y se comportan del mismo modo que el “flow” de Eminem en un día de batalla de gallos, perfecto. Guardando las distancias con ciertos actos vandálicos, eso no le hace daño a nadie. El problema viene, como siempre, con la trayectoria.
No recuerdo ver ningún próspero rapero español que tenga más de 40 años y que se haya dedicado a eso desde los 15, básicamente porque en esos tiempos, en España ni se sospechaba ese estilo de música, pero quiero asegurar a los lectores que pocas veces en la historia han triunfado personajes que se dedicasen a hacer rimas dentro de un contexto de respeto violento basado en ego y más ego, y que menosprecia a todo lo que no pertenezca a ese grupo (al nazismo estatal le duró la cantinela unos 12 años, y os aseguro que tenía mejores bases y más aceptación popular que 4 andrajosos con “flow” y cadenas de oro).

No tengo nada en contra del rap, la verdad es que no me cuesta nada cambiar de cadena o de emisora cuando presencio algo del estilo y de “tirada nacional”, sin embargo, choca directamente la idea y concepción del ser humano a la que yo hoy soy adepto.
El cambio, el fluir, la adaptabilidad, la supervivencia, la evolución. El ser humano debe ser mutable y usar su intelecto para, aunque suene fatal, arrimarse siempre al sol que más calienta, eso nos ha hecho sobrevivir durante generaciones y generaciones, la facilidad de adaptación al medio. No obstante, suceden unos años del nuevo siglo y ciertas “manos invisibles” vienen a vendernos la idea de que pertenecer a un grupo o a una tendencia es lo que nos hará felices y lo que nos hará sobrevivir. ¿Esto se lo cree alguien?.
Esas “manos” no vienen a inducir la idea de la unión a través de la fuerza, no, sino de la distinción a través de la unidad. “Distinción” qué peligrosa palabra en un contexto en el que supuestamente se persigue y se busca el Imperio de la Igualdad.

La autonomía es el éxito del ser humano acutal. No obstante, es muy poco rentable todo lo que sobrevenga a la idea de autonomía (omitamos aquí temáticas, decisiones y actos políticos). Es más fácil que yo confeccione 10.000 unidades de X producto en china y bombardee a los consumidores con un eslogan “que mola” asegurandome el éxito de la venta, que el hecho de tener que estar continuamente haciendo estudios de mercado para ver qué reclaman ciertos consumidores... No, lo rentable es determinar “desde arriba” qué va a ser lo que tú vas a querer, y a eso, queridos lectores es a lo que se le llama “tendencia”.
Lo que vas a querer porque lo digo yo y porque para eso pago a los “mass media” que te van a prometer que X producto es una cosa fantástica y con la que vas a estar diferenciado de los pobres mortales que no lo quieren. Tan claro como eso.

III


Buscando levemente el índice de suicidios en España el último año, me doy cuenta de que hay ciertas cifras que “faltan” (como los datos tomados desde 2006 hasta HOY) lo cual es ciertamente preocupante. Algunos estudios han hecho sus propios datos, llegando a la conclusión de que el numero de suicidios se está elevando peligrosamente hasta límites que casi no se habían tocado desde la Edad Media, pues es bien sabido que de por sí, el español de a pié tiene sus propios mecanismos de felicidad y plenitud sea cual fuere su escalafón social (aunque suicidas ha habido siempre, como es normal).

3500 vidas en 2008, es el último dato oficial que he podido encontrar y que es bastante desalentador en vista de que los “Nostradamus” de mi corte, apostamos casi sin duda por un pronóstico que viene a decirnos que ese numero se elevará:
¿Estoy relacionando los suicidios con las modas? Sí y no.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYzGhGmkKvGLJXYVrF23Zxh06061MdLe1mTCEalERExetuSa2tLgLu67yhTSgKSXsYUS9ER7LpJPEe-vwJdHX799Sp5TmXaplWF4eFVxK2Bgl9w7gqZJcriX0EVJrUV103wkiPYytddD4e/s1600/Suicidios+de+1998+a+2008_Gr%25C3%25A1fica.jpg
El suicidio es uno de los síntomas más directos de la depresión (términos psicológicos y psiquiátricos para luego). También la antes nombrada Ley Integral contra la Violencia de Género es un factor determinante en esta ecuación, aunque omitiremos este antecedente.
Recordamos que oficialmente existe una media de masculinidad que ronda el 80% de esos mismos resultados, es decir, de cada 10 suicidios que se realizan, 8 son hombres. Interesante dato que NO puede pasar desapercibido.
Y aquí viene lo bueno: ¿Es posible que las modas hayan vaciado las vidas de quienes merecen por herencia tenerlas llenas? Es decir, los hijos, los jóvenes, los colectivos de los institutos, colegios y universidades, personas con todo un mundo moderno al alcance de la mano, sin necesidades imperiosas que precisen de atención para subsistir.
Mirándolo fríamente desde una óptica superior, apreciamos que se producen a lo largo del año varias tendencias o gustos influenciados que tienen como objetivo entretener, aleccionar, vender, moldear, y en última instancia “llenar” la mente, la personalidad y las expectativas de los individuos, que vienen vacías por defecto genético (por suerte o por desgracia).

Cuando esas expectativas no se cumplen, cuando esa realidad resulta ser un timo, cuando la espontánea madurez del individuo resurge de los adentros de su materia gris; La pesadilla comienza y el inicial vacío que uno pretendía llenar comprando y consumiendo todo lo que le ofrecían de fuera (amigos, medios, familiares, compalañeros, etc) pasa a dominarlo todo.
Las preguntas existencialistas se hacen cada día más y más latentes (eso si no se ha destrozado uno el cerebro a golpe de cubata y de otras drogas) y difícilmente pueden contestarse, pues, por si no se recuerda, somos una sociedad juvenil que lee “poco”, por atenuar el dato (Como lectura no introducimos best sellers basados en el fornicio y el amorío de especies milenarias y humanos, referimos esto a lectura seria) y que no dispone de voluntad autodidacta ni nada que se le parezca. Es por tanto evidente que se recurre a los “gurús” de la vida (todo bicho viviente con algo de experiencia menos los padres de uno), que en pocas ocasiones aciertan con la solución más aconsejable si uno se parase a analizar el caso de una manera algo más lógica.
Inevitablemente la depresión se cierne sobre uno y se cumplen los malos augurios, ¿por qué? Porque nadie fue capaz de prever que un estilo de vida “que mola” iba a llevar a ser un cuenco vacío que dificilmente puede llenarse con algo de “valor”, ni con ayuda de otra persona del género opuesto, como se suele creer.

El suicidio moral es el mejor camino que puede tomarse en esa situación (que ya es malo), como única medicina está el replantearse los gustos, los “porqués” y todo lo que hace la vida única e irrepetible, alejada de las cantinelas de la MTV y de lo que respiras cuando sales a la calle o enciendes el televisor. Salir de la moral gregaria que tantísimo daño hizo y está haciendo a la juventud. Y “la voluntad de Ser” florece y muere por el propio peso que tiene en el Hombre, y por las pocas ganas de despertar de las gentes. Pasando a dejar de formar parte de “la voluntad de existir” (esto es, el existir “porque sí”) la vida llana y vacía sin destino ni destinatario.

Y cuando esto se generalice como se está generalizando, sin bastiones de defensa ni individuos maduros que de cuando en cuando griten a la cara de los que les señalan como a "parias" que
"son y serán siempre ellos, inalterables, imposibles de categorizar, autónomos y atentos, inteligentes y dueños de sí", en ese momento habremos perdido ocasión, la única oportunidad de batalla de nuestra generación, la primera generación vacía, ignorante y deprimida de la historia de Europa.


El cine y la música son siempre la base de inspiración de mi moda” - Tommy Hillfiguer

domingo, 22 de enero de 2012

La chica de rojo

Me fijé en ella nada más entró a la casa donde la fiesta aun no había comenzado.

Tenía el pelo castaño, la cara redonda, con pecas muy cucas, los ojos oscuros y una mirada tierna, casi como la de una niña desprevenida que se sonroja cuando se la presenta a un invitado.
Su inglés era excelente y su español, que chapurreaba al más puro estilo guiri, no dejaba mucho que desear, de hecho, pedía que se le hablara en español, por algo sería...

Yo tuve las agallas de presentarme a ella en un correcto y bien aprendido inglés, no era menos que me correspondiera intentando hablar sobriamente el español.

La estatura no era sobresaliente, más bien normal, discreta casi del montón, cosa que tampoco es primordial. No obstante no era por su estatura, ni por el a veces absurdo diálogo que manteníamos por lo que yo notaba aquel sentimiento que irradiaba: era todo, la Belleza y el porte, todo en uno... y ese vestido rojo discretamente escotado que la hacía resaltar de las otras personalidades internacionales que allí había, como cuando se presentan los EEUU en la sede de la ONU.

Ella, en prácticamente todos los aspectos, sobresalía de manera notable por encima de las polacas e italianas, por encima de todas ellas.


Recuerdo que pasé cosa de veinte minutos (tal vez más) hablando con ella sobre sus estudios, los míos, su país, el mío y que iría a Costa Rica a seguir aprendiendo y estudiando Trabajo Social, poco más. No estaría en España más de un mes, pero pongo la mano en el fuego cuando digo que tenía algo que me maravillaría si lo hubiese conocido en ese momento, algo, algún simple dato, un gusto, una palabra, un hobbie, "algo" que estoy seguro que me hubiese hecho caer a sus pies y seguirla allá donde fuese durante semanas no correspondidas sin comer ni querer otra cosa.

Quizás era la cantidad de alcohol que para ese momento llevaba yo en sangre lo que me hacía no poder distinguir mis ilusiones de la realidad, o quizás no. Pero juraría que era como un ángel que había caído allí en medio de todo ese barullo multicultural que no cesaba de gritar y cantar, de parlotear en varios idiomas, muchos de ellos incomprensibles para mí llegados a cierta hora de la noche.


Estaba extasiado con tan solo su presencia, incluso compartí este indiscreto dato con una compañera que tras ver que incluso yo podía ser capaz de hacer locuras por merecer su mano, me animó incesante a que le hablase. Pero como era común en mí, en ese momento de éxtasis no tenía mucho de qué hablar, y mi mente no ayudaba quedándose bloqueada sin transmitirme un tema interesante y coloquial.

Soy consciente de que si hubiese forzado la conversación, yo mismo hubiese quedado como el rey de los idiotas hablando de metafísica o qué sé yo qué temas vitales o espirituales que a la doncella de rojo le hubiesen espantado, o le hubiesen hecho pensar que era algún tipo de enfermo mental enchaquetado... o tal vez no.

No podía hablar de algo que me importase con una total desconocida que me encandilaba con la simple mirada. Era algo tan extraño que no soy ni seré capaz de explicar. Sólo sé que ya le gustaría a muchas españolas parecerse a ella mínimamente.

Lena se llama, Lena. Y sé que ahora tendré que convivir con el martirio de las continuas incertidumbres y los "qué hubiese pasado si..." cada vez que recuerde que, en una mera y casual fiesta pude conocer a un ser humano con el que tal vez mi existencia hubiese cambiado tanto hasta el punto de hacerme feliz... o tal vez no.