domingo, 15 de julio de 2012

Y después de los Simpsons, pan y circo.

Venimos avisados desde antes de que se publicara el libro de 1984 de Orwell.
El Gran Hermano diezma los derechos del ciudadano. No me quiero referir al reality que cuestiona mi intelecto y el de todo un país, no. Con Gran Hermano quisiera referirme a un caso que se sucedió hace dos meses, en el que varios funcionarios públicos son encausados por un delito contra la intimidad de varias docenas de personas. Y he aquí lo jocoso: Si cuatro indocumentados que poseen nuestros datos más personales hacen negocio con ellos ¿Qué no podrá hacer el Ejecutivo? ¿Qué datos no pueden desconocer de nosotros el Judicial? ¿Y qué normas tendrán “en estudio” los señores del Legislativo?

 Encausan a personalidades del CNI por este mismo delito, por supuesto porque hay manos que pagan por obtener esos datos (*1). Y he aquí mi pregunta: ¿Estamos seguros?
La respuesta a esta pregunta es un rotundo NO. La ciudadanía no está segura en manos de estos gobernantes. Y si alguien hace acopio del lirismo político y de discursos que citan nuestra Carta Magna, llegaremos a una conclusión: Tenemos la misma privacidad que la que tenían los ciudadanos de la antigua URSS, de la antigua RDA y de la Alemania Nazi, las cosas como son.

Ese ansia de control, ese SITEL mal usado y toda esa maquinaria bolchevique destinada a saber y conocer a cerca de la vida íntima de cada uno de nosotros, ahora resumido todo a golpe de “click”.
Y en estos tiempos, en este marco socio-político, de esas leyes excusadas por la “seguridad nacional”, surgen entes que buscan permanecer al margen de las “orejas del Estado” (que no al margen de la Ley, aunque algunos se empecinen en sacarle similitud), con un mensaje más que claro: “A mí no me espiéis, cabrones. Yo no he votado vuestra falsa democracia”.

Es después de los Simpsons cuando nos bombardean con esa mierda prefabricada en algún lugar de Madrid. Cuando con cuentagotas se nos inducen a pensar como algunos quieren que pensemos. Y es entonces cuando a ese pueblo, que no se entera “de misa, la mitad”, le llega el turno de hablar y comentar, de difundir las falaces ideas que los listillos de turno quieren que comentemos en cada momento de nuestra vida privada, aquella que, muy a su pesar, aun no pueden controlar.

 En todo un país nadie se alarma cuando se destapa una trama que estafa a las arcas del Estado cientos de miles de euros. De hecho, nos lo tomamos a broma y hacemos chistes sobre ello. Y digo yo ¿Dónde está el sentido común? ¿Dónde está ese afán por la justicia social que distingue al pueblo del soberano?.

 En este caso no quisiera excusar a los maltratadores, pero ¿y si a alguien, en medio de una crisis social, económica y de valores, se le ocurre “armar” a un montón de putas (personas que se venden a los intereses de otros) con las herramientas necesarias para desestructurar a más de 350 familias diarias a cambio de una suculenta cifra mensual? ¿Eso no nos molesta? ¿Eso no nos indigna?
 2.000€ por mujer “maltratada” que provienen de una plataforma europea van a parar a las arcas del Estado, eso son 700.000€ diarios que una economía “en recesión” agradece gustosamente. Una cifra para la que sí merece la pena montar todo un organigrama hembrista, y es que por desgracia, los hombres parece que no aportamos dinero al Estado.

 Por eso cuando llamo a algunas personas putas y zorras, creo que hablo con total exactitud conceptual. Ya que cuando se trabaja para el Estado en perjuicio del ciudadano, uno deja de ser parte del pueblo al que debe servir, por mucho que en los mítines y peritajes “imparciales” se pretenda presuponer otra cosa.

 ¿Y cuánto vale la libertad de un hombre? Todo lo que se le pueda sacar vía resolución judicial, más lo que cada mujer “maltratada” recibe en concepto de prestación, más la minuta de los abogados, más el sueldo de los funcionarios, peritos y personal de aquellos juzgados destinados a instigar los conflictos, la injusticia en la custodia de los hijos y la privación de la libertad masculina, sí, esos juzgados especiales.
 La libertad de un hombre en España vale lo que sus carceleros están dispuestos a pagar por ella, por su mujer no, por sus derechos y por su libertad.

Y si las putas y sus chulos nos están gobernando en un país donde ya no se puede distinguir entre los cuatro poderes ¿Qué nos queda? ¿Qué os queda, españolitos de a pié? Sumiros en la miseria a los que tengáis una familia que mantener y un desempleo que soportar, sumiros en la misogínia a los que conozcáis un caso de falsa denuncia en materia de violencia de género, sumiros en la vergüenza aquellas que habéis luchado por la “igualdad real y efectiva” consagrada en el artículo 14 de nuestra Constitución, sumiros en el descrédito y en la impotente incredulidad aquellos que cada sábado os topáis de bruces con las minifaldas, portadas por esas mujeres que en un futuro pueden lucrarse y vivir de vosotros a costa de lo que os arranque el Estado.

Y muchas gracias, Pajín, Aido y demás personas de la misma rehala por jodernos a todos y a todas.
 Muchas gracias por promover las políticas socialistas de “pan para hoy y hambre para mañana” que han convertido el último bastión de la sociedad (la familia) en una cueva de ladrones. Política de las que España algún día se arrepentirá y tendrá que pagar mientras otras se retiran de la política con sueldos bien jugosos. Gracias a todos vosotros que habéis tachado de "prevaricador" a un juez sevillano que lo único que ha intentado ha sido promover el sentido común y la mediación en los albores de una realidad que se asemeja más a Sodoma y Gomorra que a cualquier Estado democrático... ¿O no?.


*1 (http://www.elmundo.es/elmundo/2011/02/28/espana/1298897146.html)