domingo, 10 de junio de 2012

Imagina...


Imagina ese clásico partido que tanto esperabas. Ese épico partido que todo un país lleva aguardando desde el final de la pasada temporada.

Imagina a esos dos equipos, de frente, cara a cara, con sus coloridas indumentarias sin ninguna diferencia aparente salvo la que quizás surge entre los mismos integrantes de ambos equipos.
Unidos ambos por la victoria sin tener peso la raza o la familia de cada uno.

Imagina que entre el jaleo de los hinchas, los dos equipos toman el campo. La moneda se lanza al aire pero el árbitro ignora este azar, asignando a uno de ellos un determinado lado del campo.
La gente no silba ni protesta, a fin de cuentas es conveniente empezar así, esa elección no decide nada.
Imagina que ambos entrenadores han arengado a ambos equipos y la tensión se masca en el aire. Hay una gran copa brillante y mucho dinero en el saco, no se prevé un juego limpio.
Imagina que se sucede el partido y un grupo de los jugadores de uno de los equipos juega de modo agresivo. Se suceden rodillazos, patadas, pisotones por todas partes. A veces incluso detrás del mismo árbitro, quien no se percata de lo que sucede.
Los jueces de línea comunican por radio algunas faltas sin decir concretamente el integrante del equipo que las ha cometido. El árbitro intenta que esta situación deje de sucederse, no obstante, los hinchas de un equipo no para de gritar y abuchear a los jugadores del otro campo. El árbitro, en consecuencia, saca tarjetas amarillas y rojas al equipo cuyos hinchas no vociferan ni protestan. La mayor parte de las veces sin ver la “agresión” con sus propios ojos, fiándose del criterio de los linieres.

Ante esa injusticia deportiva, los hinchas del equipo afectado no alzan la voz salvo cuando uno de los jugadores de su equipo es pateado por el otro equipo, es decir, cuando hay una auténtica agresión en el campo. No obstante, los linieres no notifican esas faltas antideportivas, parecen no verlas.
Los jugadores del equipo "pisoteado" saben que deben volver rápidamente al juego. No hay para llorar en el suelo, sino para ganar marcando todos los goles posibles.

Imagina que termina el primer tiempo y han sido expulsados cinco jugadores de uno de los equipos. El marcador está 3 a 0 y muchos de los hinchas del equipo perdedor abandonan las gradas. Algunos se van a casa y otros cambian su asiento por el del otro equipo, sin embargo aun quedan hinchas del equipo perdedor, que permanecen en su sitio a la espera de que mejore el partido. A fin de cuentas también hay amigos y familiares de los jugadores en esas gradas.

Cuando comienza la segunda parte y alguien ha escondido las botellas de agua en los vestuarios del equipo que va perdiendo.
Durante el juego, en un descuido, un integrante del equipo vencedor asesta un puñetazo a uno de los jugadores del equipo que va perdiendo.
Entonces que el agresor, teatralizando, se tira al suelo y comienza a arrugarse mientras el otro, mareado y sangrando, protesta ante el árbitro la agresión recibida. Los jueces de línea dicen no haber visto nada.
Imagina que el árbitro, confuso, toma la decisión de expulsar del campo al agredido, ante los vítores y aplausos de los numerosos hinchas del equipo vencedor y ante el desconcierto de todos los integrantes del equipo que va perdiendo.

El entrenador del equipo perdedor está demasiado ocupado llamando por teléfono y leyendo una revista, ignorando el juego de sus entrenados y el desarrollo del partido. De hecho, hasta olvida cambiar a los jugadores más cansados o reponerlos ante las numerosas expulsiones.

Los medios de comunicación que televisan el partido no siguen la pelota como es debido, no obstante, no dejan de repetir los excelentes tiro a puerta que han dado lugar al 3-0. El juego peligroso del equipo ganador es sustituido por las imágenes que muestran a un jugador tirado en el suelo arrugándose, fingiendo unas ensayadas muecas de dolor.

El marcador asciende a 4-0, y ante el júbilo de los exaltados hinchas y el árbitro es testigo de una agresión entre dos jugadores, provocada por un delantero del equipo vencedor. El árbitro lo tiene claro y saca la tarjeta amarilla al responsable de la conducta antideportiva.
Imagina entonces que los hinchas comienzan a insultar al árbitro y éste se encoge de hombros.

Imagina que después de unos minutos el partido llega a su fin. Mientras los vencedores aguardan en el campo y son vitoreados, los jugadores del equipo perdedor salen del campo con la cabeza baja, sin el apoyo de su entrenador, sedientos, exhaustos e insultados por muchos de sus propios hinchas, sin contar las injurias que les lanzan los simpatizantes del equipo vencedor.

En los titulares del día siguiente se aprecia como yace en el campo, arrugándose de dolor, un jugador del equipo ganador y cómo un integrante del equipo rival realiza una entrada peligrosa. Terminando la noticia con una instantánea en la que figura el resultado del partido.

Imagina que esos mismos medios de comunicación han manipulado las cifras de las faltas antideportivas producidas.La redacción del periódico ha omitido algunas agresiones producidas por el equipo vencedor y han agravado las y sanciones a jugadores del equipo perdedor.

Imagina entonces que se publican también unas sanciones a los jugadores que estaban en el banquillo y que ni si quiera pisaron el césped.
Imagina que a los hinchas del equipo perdedor se les señala por la calle y se les critica por llevar la camiseta de su equipo.

Ningún periodista quiere entrevistar al entrenador ni a los jugadores del equipo que no consiguió marcar ningún gol a pesar de que ellos declaran que el partido estaba “comprado”.
El equipo vencedor se había estado promocionando diciendo que era un equipo omitido del ámbito deportivo, que estaba alienado y que nunca había ganado un partido por sus propios medios.
Todo el mundo aplaude al árbitro, que favoreció al equipo vencedor.

Imagina que en lugar de ser un partido, sea la vida real.
Imagina que ese espectáculo deportivo se llama termina con la coletilla de “... de género”.
Imagina que el equipo vencedor se presenta ante los medios como el equipo "igualitario" de las mujeres españolas.
Imagina que el árbitro representa al Poder Judicial. Y que los jueces de línea representan a los Fiscales.
Imagina que el público son hombres y mujeres de todas las provincias, obligados a ver y ser informados de ese irracional partido.
Imagina que toda una grada deshumanizada de hinchas jóvenes y adultos de todas las edades vitorean y aplauden los abusos de todo un sistema que atenta contra los derechos de otras personas con las que no guardan parentesco ni relación.
Imagina que los insultos y la discriminación asolasen la vida de personas que no han hecho nada más que haber nacido hombres, buenos novios, hijos, padres o abuelos de familia. 
Imagina que el partido que se sucedió en 2004 (el Día de los Inocentes, el 28 de Diciembre) y aún se sigue jugando...