domingo, 25 de noviembre de 2012

La moral de los muertos vivientes

Twitter, Tuenti, FB y demás mierdas tecno-modernas son quienes se han cargado el romanticismo clásico que tanto buscáis como zombies internáuticos. 
En un país donde la moral huele a discoteca y "San Valentín" es sinónimo de "Corte Inglés", vienen cuatro gilipollas y enuncian entre lágrimas que "el amor ha muerto". ¿Qué pensabais? ¿Que algo tan noble como es el amor romántico iba a durar mucho en estos tiempos que corren? ¿Qué alma en vuestras frágiles manos de urbalistos va a poder soportar el dolor y la pasión a partes iguales?.

Vemos el divorcio 
como algo "normal" y natural. La homosexualidad como algo que se puede (y se debe) restregar al prójimo por la cara y exigir respeto. Cuidado, que no te llamen la atención por ser "una loca" porque coses a descalificaciones homófobas al ofendido de turno; eso sí que es lo "normal" ¿no?. En una sociedad donde el vicio moral se legitima y cualquier excusa es suficiente para motivar un crimen contra los derechos de otro, vienen los partícipes de la barbarie a mendigar Valores... Increíble.
 Esto es así porque así son los tiempos que nos han tocado vivir. Porque son los tiempos los que crean y edifican la costumbre "evolutiva" de nuestra sociedad. Y por cojones hay que acostumbrarse o nos condenan al ostracismo y exilian a la montaña, con Zaratustra.
Sin embargo luego pedimos a gritos, como yonkis sociales que somos, que necesitamos y exigimos del prójimo valores tan "arcaicos" como son el honor, la fidelidad, la sinceridad, la amistad... 

En una sociedad que se muere de sarna progresista y de liberalismo moral, yo os digo: Que os jodan. Haberlo pensado antes de comprar la entrada de aquella magnífica discoteca que tan bien os vendió un asalariado relaciones públicas. Que os jodan. Haberlo pensado antes de hacerle caso al amigo tonto de turno que os enseñó cómo teníais que vivir vuestra vida.

Tenéis hambre y sed de algo que nunca habéis visto más allá de una pantalla. Tenéis adicción a una autoestima europea que se cae a pedazos por el propio lastre que supone tener que mantenerla diariamente. Y sufrís al tener que inyectarle dosis de reconstituyentes ficticios de droga prefabricada por unas mentes brillantes en algún despacho de Nueva York o de Londres...
Buena suerte, en serio. Buena suerte con esa vida sintética de la que tanto os enorgullecéis.

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