martes, 21 de mayo de 2013

¿Cómo se forma un terrorista islámico? (I)


Hace unos meses asistí a una "maratón" de conferencias en una prestigiosa Universidad de la Comunidad Valenciana. Me ocuparía más lineas de las necesarias explicar y detallar todas las experiencias que traje del Levante. Sin embargo creo que me gustaría compartir parte de mis notas extraídas de aquellas conferencias a raíz de los pasados atentados de Boston. Atentado que da para una o dos entradas más a raíz de la presente.
Aunque suene escabroso, el terrorismo yihadista es un tema que está a la orden del día. Es por ese y por otros motivos por lo que debería interesarnos a todos en mayor o menor medida; para comprender qué se cuece (y cómo se cuece) en la mente de un ser humano para que a penas en un corto periodo de tiempo ponga su vida y sus esfuerzos a merced de personas que, sin ningún escrúpulo, la utilizan para cometer actos infames y horribles.
Esta entrada, como ya dije, pertenece a unas notas tomadas en medio de las conferencias, al pié del cañón, y su finalidad es puramente formativa.
Espero que les interese al tiempo que pido disculpas si he cometido algún error en la transcripción de mi propia letra.

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El proceso de selección y formación del terrorista islámico.

El terrorismo islámico es un tipo de terrorismo vinculado a las ideas religiosas provenientes del Islam; una de las religiones más multitudinarias y con más adeptos en todo el mundo.
 La mala interpretación de los textos religiosos da lugar a un tipo de terrorismo cuya peligrosidad puede asimilarse al de las redes de narcotráfico o al activismo político más violento y lesivo.
No hay que olvidar que el aumento exponencial de este terrorismo proviene de la internacionalización del los conflictos gestados en el mundo árabe. En estos conflictos no sólo se atenta contra los estados o sus intereses (Israel, EEUU, Unión Europea), sino contra personas o habitantes de los propios países musulmanes.
Tras el 11 de septiembre las potencias occidentales se han sentido amenazadas por un tipo de terrorismo que antes conocían, pero que no les afectaba directamente. Un tipo de terrorismo que no necesita grandes ejércitos ni de cuantiosos medios para realizar acciones contundentes, sino que, como se ha podido demostrar tras la experiencia, no precisa más que una férrea voluntad y unas pocas cuevas en las montañas de Afganistán.

El proceso de selección de y la formación de terroristas vinculados con ideologías religiosas no es algo sencillo o que no merezca estudio por nuestra parte. Como sucede en las grandes empresas, el empleado debe pasar una criba y un proceso de formación antes de integrar una familia. En el caso de la empresa privada, las empresas de formación y selección de personal juegan un papel importante. Sin embargo, en los grupos terroristas, esta selección reúne requisitos similares al proceso mercantil. 
Cuando la sociedad occidental piensa en un terrorista islámico, le viene a la mente el rostro barbudo de un Osama Bin Laden, entre otros ideólogos de la yihad. Pero no siempre es así en la realidad.
Los grupos terroristas juegan en un terreno arriesgado. Conforme pasan los años hay más gobiernos sensibilizados con la problemática del terrorismo y ya no resulta tan fácil como antes ocultarse entre la población o buscar cobijo en el seno de un Estado. La apariencia, los modos de ejecución y la forma de interaccionar entre ellos y la sociedad es algo primordial. 

El primer aspecto del reclutamiento es la localidad que rodea al aspirante; centros de culto, madrasas, hospicios, universidades, etc. Cualquier lugar es bueno para encontrar a los candidatos idóneos.

Estos futuros terroristas en potencia deben cumplir un perfil determinado para pasar la primera criba. Deben tener alguna circunstancia personal problemática, desviada incluso. Algo que les empuje a odiar el orden socialmente establecido o a estar incompletos como persona.

Suelen reclutarse individuos autóctonos de poblaciones vecinas a la del reclutador. Esto asegura que el sujeto a reclutar no acarree riesgos para la organización, por ejemplo, tratándose de un infiltrado. Cada vez se sospecha más de los desconocidos. Es por eso que el reclutamiento suele ir dirigido a la familia, padres, hermanos o conocidos de alguna localidad cercana a otro miembro de la organización.


Durante la ponencia se mencionó el caso de un disminuido psíquico con carencias afectivas. Pero hay casos en los que este “filón” de extremistas no es tan evidente o es enormemente complejo de analizar. En ocasiones basta con reclutar a algún familiar de una de tantas víctimas de un conflicto, aprovechando su odio y su desesperación (Hamás, Alqaida o Hizbullah).
Tras la identidad de cada terrorista suele haber casi siempre una tragedia personal. Estas tragedias se aprovechan y se acentúa el integrismo basado en aquellos problemas derivados de la discriminación, política o crisis personales.

Otro aspecto es la exacerbación de las ideas religiosas. El buen musulmán tiene obligación de combatir en la yihad. Sin embargo, doctrinas como el sufismo atribuyen a esta yihad un carácter espiritual que se materializa y fundamenta en la lucha contra el pecado, contra satanás y sus conjuras. En un Islam moderado no se dirá nada de tomar las armas contra otras personas sean o no musulmanes. Limitando el “esfuerzo” a una esfera íntima, familiar, e incluso cotidiana en forma de ideas de superación. De esta manera, la forma de combatir la herejía, la apostasía y el pecado es no asociarse con los “desviados de la fe” ( (...)¡No toméis como amigos a los enemigos Míos y vuestros, dándoles muestras de afecto... [60:1]) sin necesidad de llegar a las manos.


En esta fase previa a la iniciación podemos encontrar también una debilidad religiosa; dudas acerca del Islam o un sentimiento religioso mal enfocado y carente de sentido para el creyente. La captación a través de un vacío existencial que puede acompañar a una crisis de fe es un recurso muy valorado por los miembros de una organización terrorista o delictiva.

Una vez se le ha identificado como un miembro potencial de la estructura terrorista, se encamina a una fase de aislamiento social. Se le separa de su familia, amigos o cualquier otra persona que pueda interferir en su adoctrinamiento. En ocasiones se les incita a pensar que sus propias familias sirven a los intereses del imperialismo a causa de su ignorancia. Una vez más la religión cumple su papel de revelar la verdad, aunque sea una verdad distorsionada y belicista. 

No es extraño encontrar entre estos adeptos personas capaces de recitar de memoria shuras completas del Quran sin el más mínimo error.
Cuando se garantiza este aislamiento y adoctrinamiento, se llega a la fase de adiestramiento, lo más cómodo hasta la fecha había sido destinar al aspirante a otro país donde sería entrenado según sus habilidades o las necesidades de la organización. Sin embargo cada vez es más difícil de llevar a cabo este continuo movimiento de personas sin levantar sospechas de los Estados y los servicios de seguridad internacionales.

Una vez allí, el aspirante a terrorista aprende a fabricar y manejar armas, cortas y largas, y explosivos fundamentalmente (de ahí el alto riesgo, el alarmismo y la paranoia que se genera en algunos países la entrada de estos individuos). También se le adiestra sobre el uso de los foros y otros medios de información desde donde mantenerse conectado con la red a la que pertenece. Se le da la posibilidad de adoptar un nombre de guerra, rompiendo así con su pasado, renaciendo como un nuevo y buen musulmán, como un guerrero de una lucha sagrada.
En otros casos este adiestramiento sólo se limita al uso de armas y explosivos, prescindiendo del manejo de las tecnologías. Ya que como sabemos, no todos los miembros de AlQaida están interconectados entre sí, sino que dependen unos de otros de manera particularmente jerárquica. De esta forma se evita que se desvele la fuente (y la "cadena de mando") si uno de ellos es capturado.
Por último, como fase final al adiestramiento, se produce el atentado en una de tantas formas imaginables.

Este proceso fue mostrado en detalle por uno de los ponentes.
En primer lugar habló de las motivaciones del individuo. El deseo de matar convergía en tres motivaciones: Psicológicas, personales o políticas. De estas tres se atendía a otras motivaciones más elaboradas desligadas de las principales: Religiosas, nacionalistas y sociológicas.
Una vez aprovechados estos “recursos” personales del sujeto, se atendía a una fase emotivacional. En ella el captador le planteaban al sujeto varias cuestiones atendiendo a una o varias motivaciones iniciales. 

Ejemplo: 

Motivaciones religiosas¿Está el Islam en peligro?/¿Eres un buen musulmán?
Mot. políticas  → ¿Es justo que la sociedad tolere esta situación?
Mot. nacionalistas → ¿Quieres seguir siendo un sirviente de los rusos/americanos/ingleses/judíos...?

Se produce entonces el reclutamiento, que viene a ser un compromiso con la organización. Quienes a ojos del adepto, son hermanos unidos para combatir una causa justa. 
Se produce entonces la fase institucional. En ella se adiestra al aspirante en el uso de armamento y aquellas tácticas que la organización crea convenientes según su finalidad. 
El atentado suicida es el hecho que pone fin y culmina este proceso. 



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