domingo, 28 de agosto de 2011

Sucedáneos de vida para todos


¿En qué os habéis convertido, mortales cavernarios?. Si esto es el futuro, si esto es la era del progreso... joder... que me saquen de aquí.
Dice el dicho: “Somos lo que comemos”, y sin ir mas lejos, uno se da cuenta que no es lo que come, sino lo que es y hace lo que forma el carácter y la personalidad de uno mismo.
No existe valor de hacer, no existe coraje en la lucha diaria. Sucedáneos por todas partes es lo que hay, sucedáneos que nos permiten conciliar el sueño, que nos hacen sentiros satisfechos y autorealizados...

Uno abre los ojos por la mañana y tiene que darle un sentido a su vida (si no está lo suficientemente resacoso como para no pensar), sin embargo, aquí en este siglo nos hemos civilizado. Somos la ostia de “progres” y nos hemos domesticado para no matarnos entre nosotros, y eso deja al ser humano que hay en nuestro interior total o parcialmente anulado.

Vamos a trabajar porque eso nos hace sentirnos útiles, y además nos da dinero para comprar todo tipo de enseres, necesarios o no. Llegamos a casa, ávidos de enmierdar nuestra mente con lo primero que nos escupa la televisión, y de hecho, así sucede con cada telediario, sucedáneo más de realidad a fin de no sentirnos aislados del exterior.
Terminamos nuestra comida, precocinada o no, pero llena de conservantes y aromatizantes artificiales hasta los topes. Procedemos a volver al trabajo o a perder el tiempo envenenándonos con más y más sucedáneos vitales para no pensar demasiado, por si acaso.

Quizás cuando sales del trabajo, o cuando deambulas por tu casa sin saber qué hacer después de darte un chute de sucedáneo de entretenimiento viendo la última mierda de película de comedia protagonizada por algún gilipollas de Hollywood, o tu serie favorita, (esa que cientos de metrosexuales acaban creando una trama para adolescentes con la que ya no puedes vivir sin ella). Disfrutas entonces de un correspondiente sucedáneo de sexo: el mejor porno que puedas encontrar clasificado por degeneradas prácticas, paliando así, mediante la controvérsica masturbación, tu instinto, tu necesidad de salir a la calle y violar a la primera mujer que encuentres por el simple hecho de satisfacer tus instintos animales de indiscutible existencia en el ser humano.
Si no, no pasa nada, en todos los periódicos, internet, o en un local con luces, a las afueras de la ciudad, puedes terminar de degenerar y saciarte por un puñado de euros, al fin y al cabo, es una necesidad fisiológica más, ¿no?. Ergo, ahí tienes tu sucedáneo de amor, moral o no.

En vista de esto, y dado tu latente poco éxito real con las mujeres en los lugares comunes de ocio, (los cuales están pensados para todo menos para hablar o infundir sentimientos) recurres a otros métodos más socialmente aceptados:
Te das cuenta de que el enrevesamiento de las relaciones falsas, artificiales y “precocinadas” es seguramente, lo que necesitas, y te das por vencido, acabas cayendo en Internet, como un medio de encontrar a alguien que merezca la pena.
Suena coherente, salvo porque allí mismo, donde tú nadas inocentemente, existe un ilimitado número de “varones-tiburón”, armados con su miembro en la mano dispuestos a tirarle a todo lo que se mueva mientras cumpla 3 requisitos básicos de feminidad intentando inventar excusas de todo tipo por poder meterla en caliente. Con estas premisas, se genera desconfianza entre las “gacelas” (mujeres que se denominan "buenas y maduras" así mismas por hacerse la tan necesaria "buena imagen" de cara al público) y demás féminas orgullosas de ser mujer sin terminar de entender el por qué de su feminismo extremo junto a su pasión por los hombres depilados y musculosos.
Por ende, pierden sus fuerzas inventando excusas para creer en las generalizaciones antimasculinas que su amiga o vecina les ha contado cuando descubrieron que su pseudopareja les era infiel con la vecina del 5º porque la chupaba mejor.
Lo cual, limita en el sexo femenino las posibilidades de salir de la espiral de revanchismo contra todo lo que tenga polla.

Se crea una desconfianza que pasará factura en casi todos los ámbitos de la vida de una mujer, y que la articulan y le dan motivos para llegar a conclusiones generalistas que tanto daño le hacen a los pocos hombres buenos que quedan.

A pesar de eso, un ser humano utiliza el sucedáneo de relaciones personales y sale a la web (o utiliza el móvil, o el mensaje de texto, o la puta madre que parió a las novedades tecnológicas) esperando un contacto frío que simula ser cálido, carente de humanidad pero que al mismo tiempo, sacia en parte esa necesidad de comunicarnos que todos tenemos desde las cavernas, y que a causa de nuestra “compleja” vida, no podemos permitirnos salir a la calle a hacer visitas o interactuar en vivo sin tener una excusa llamada “viernes y sábado” en la que, seguramente, tendrás que consumir alcohol para desinhibirte .

Cuando las endorfinas no se pueden calmar ni siquiera así, descubres que la guerra es necesaria, que el conflicto es humano. Y en ese momento enciendes una pantalla, activas un dispositivo, y en menos de 30 segundos puedes disfrutar de un sucedáneo de guerra a escala mundial; de un conflicto entre hombres como tú, con armas virtuales que están dispuestos a batir sus propias marcas digitales de muertes o inmolaciones.
Eso en el caso de una mayoría de varones. El otro sexo se sacia cotilleando o viendo cotillear a sus congéneres, contemplando incluso llegar a las manos a 3 desconocidos que nada les importa la vida o la privacidad de otros.

Cuando ya estas totalmente lleno de sucedáneos, te das cuenta de que tienes suerte, te vas a la cama y te duermes pensando en lo cojonuda que es tu vida, o en el éxito laboral que obtendrás cuando pase un tiempo, o de la chica que conociste el otro día, que te ha mandado un mensaje privado con una frase final terminada en una sonrisa (“ :-) ”) que no entiendes y te desconcierta. O de qué vas a hacer con tu dinero el próximo fin de semana, si decides gastarlo en mierdas, ropa, droga (por supuesto terapéutica, es para poder sobrevivir), o alcohol barato. O de dónde vas a ir de viaje las próximas vacaciones para darle envidia al vecino y creyéndote a ti mismo al pensar que eres feliz y un buen partido.
Te das cuenta de que, utilizando sucedáneos de vida, no se está tan mal, de hecho, hasta se está entretenido, relajado y feliz. Y sientes lástima de aquellos que tienen que recurrir como yonkis, a sucedáneos de actividad, como la cocaína, el café, o las bebidas energéticas. O sucedáneos individuales de tranquilidad y emulación de felicidad, como el cannabis, el alcohol o el lorazepam, con o sin receta médica.
Te sientes afortunado porque la mierda que flota por las ondas te hace sentir bien cuando te la administran antes y después de tus sesiones de intermedios diarios de religiosidad (anuncio y anuncio consumista en forma de publicidad). Mostrándote la desgracia de cientos de negros o moros que son asesinados o bombardeados por otra potencia extranjera.

Y ahora que puede usted ver su vida y reflexionar, pregúntese: ¿Cómo de jodido está?.....................
y luego bendiga su vacía vida de mierda.

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